22 de abril de 2013

Relato: Tus ojos



Hola a tod@s.

Antes que nada, deciros que he abierto de nuevo los comentarios de Tierra de Alquimia. Intentaré corresponder en vuestros blog siempre que me sea posible. Gracias a todos los que durante este paréntesis forzoso me han escrito a mi correo privado o en sus propios blogs para darme sus opiniones y saber de mí. También a aquellos que han recomendado en Google mis escritos y a los que comparten en Facebook. Un besazo.

Espero que os guste esta pequeña historia.
  


Tus ojos                 


En el Galway Irish nada era lo que parecía. Ni el halo añejo, ni las pátinas de sus paredes, ni la luz mortecina que imitaba un pub irlandés; incluso el suelo, que parecía tener mil años, era nuevo. Lo único viejo, viejísimo, era Manolo el encargado y el whisky de malta.
Pero algo en el bar sí era auténtico; ella, Cora.
Tenía apenas veinte años, pero una arruga gestual en su entrecejo le confería ese aire indolente de las mujeres que conocen ya demasiados secretos de la vida y a las que resultaría difícil sorprender. Era morena. Sus labios hacían juego con la sombra de sus párpados oscuros. Y sus ojos…
¿Cómo eran sus ojos?
En los minutos de descanso solía sentarse sobre unas cajas de cerveza, al fondo del almacén. Se encendía un cigarrillo y no hablaba con nadie. Casi siempre leía un libro. De vez en cuando enarcaba una ceja o torcía el gesto sin levantar la vista de las páginas. Las pocas veces que me atreví a dirigirle la palabra, me respondía como temiendo que su voz fuera a salir volando de su garganta, y nunca, nunca, me miraba.
¿Qué lees? le pregunté armándome de valor.
Una historia de vampiros.
—Pero si son absurdas… ¿por qué lees eso?
Porque la vida también es absurda y sin embargo, aquí estamos, respirando como imbéciles.
Me dejó clavado. No supe que responder. Cerró su libro y lo dejó junto al paquete de tabaco, marchándose sin más.
Seguí su recorrido hasta la puerta del almacén, tal vez esperando un pequeño gesto de atención por su parte; un «adiós», un «hasta luego», pero nada. Sacudí la cabeza. No había estado fino.
Manolo, que ya volvía también a su puesto, me pasó el brazo por el hombro y chasqueó la lengua.  
No se lo tomes a mal. Es así con todos. Pero te aseguro que detrás de todo ese escaparate de autosuficiencia hay una guapísima mujer esperando ser rescatada de ella misma.
Me guiñó un ojo y se marchó.
Se debió de quedar a gusto diciéndome aquello.  
Cuando llegué a la barra, uno de los camareros forcejeaba con un borracho que estaba molestando a unos clientes. Les pedía dinero. Manolo y un asiduo del bar le sacaron de allí. El hombre la emprendió a patadas con la puerta.
Fue cuando Cora se acercó a mí con gesto urgente. Llevaba en la mano una botella de coñac.
¿Te importaría salir y darle esto? me preguntó mientras me tendía la botella. Se marchará sin armar bronca.
¿Lo conoces? cuestioné sorprendido por la petición.
Dásela, por favor, y no me hagas preguntas.
Y pude ver al fin aquellos ojos que escondía detrás de todos esos libros. Eran tan sinceros como la súplica silenciosa que encerraban.
Está bien, Cora, pero así no le haces ningún favor. Es un pobre diablo.
Hundió de nuevo la mirada en el suelo antes de responderme con voz dura.
Te equivocas. Quiero que siga siendo un pobre diablo y que esté tan borracho que no recuerde ni cómo me llamo.




© Luisa Ferro

25 comentarios:

  1. Tu estilo limpio, inconfundible. Me gustó mucho ese final pero... ¿era un poco mala no crees?
    Leerte, siempre un placer. Y tengo tanto que leerte. Creo que todo lo tuyo.

    besos.

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    1. ¡Hola, Josef! Me alegra un montón verte por aquí.

      Bueno, digamos que Cora tiene motivos para ser así de dura. A veces el sufrimiento nos hace serlo y no vemos otra salida.

      Gracias por tus palabras, me animan un montón. La admiración es mutua, amigo mío. A mí también me encanta perderme en tus escritos ;)

      Un beso.

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  2. La sinceridad en la mirada sólo cuando es necesaria.
    La verdad es que me parece cruel mantener a ése pobre diablo ebrio. Pero a saber cuánto más diablo será lúcido...
    Me alegro de que reabras la opción comentarios. Así un blog es más un blog:)

    Besos

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    1. ¡Hola, Trini!

      Pues sí, tú lo has dicho, a saber…

      La sinceridad en la mirada es un poco como el idioma del alma. Creo que se nota cuando alguien lo es si le clavas una buena visual, de esas que se le salten los lagrimones, jejeje.

      Vidas duras. La vida misma.

      Yo también me alegro de poder retomar estas conversaciones, Reina.

      Un beso muy fuerte.

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  3. Me dio la impresión que Cora conoce muy bien al borracho.
    Siempre digo que la vida te hace dura,pero los duros como Cora suelen ser solidarios con los más necesitados porque conocen la misería.
    Escribes de maravilla.
    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Ohma!

      Sí que lo conoce. Tal vez demasiado.

      Las personas duras a veces esconden miedo al dolor. Es una coraza protectora. Otras, simplemente son como son o la vida les ha llevado a serlo.

      El alma humana es un laberinto misterioso.

      Gracias, Ohma.

      Un abrazo fuerte.

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  4. ¡Bienvenida! Me alegra verte por aquí. Espero que ese lapso te haya sido todo lo fructífero que tú esperabas. Una buena historia no siempre encierra un final feliz, es la como la vida misma, con sus luces y sus sombras.
    En este caso hay más sombra de la que se deja entrever. Tanta, que leer es quizá su única luz.
    Besos miles.
    Hablamos.
    Resu

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    1. ¡Hola, Resu!

      Gracias, guapa. A mí también me alegra verte por aquí. Ay, cómo echaba de menos estos pequeños sorbitos de conversación.

      No creas, todavía me queda tajo para aburrir… pero intentaré compaginarlo todo hasta el día… (llamémoslo X), jejejeje. Poco a poco el proyecto va tomando forma y los esfuerzos merecerán la pena.;)

      Este relato es precisamente para leer entre líneas. A veces se hace necesaria una relectura o varias. Y siempre queda el poso que cada uno interprete. Como ya sabes, en una historia hay varias más entretejidas. Lo que no cuento dice más que lo expuesto.

      Nos llamamos, compi.

      Un besazo.

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  5. Luisa, qué bien que hayas abierto los comentarios. Es que los que no tenemos (ni queremos) Feisbuk nos gusta comentar aquí.
    Este relato es cierto que dice más por lo que calla que por lo que cuenta. Lo considero una de tus pequeñas joyas; de esas que te han ido forjando como buena escritora.
    Un abrazo de mos desde la orilla de las palabras.

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    1. ¡Hola, Mos!

      Yo también me alegro de haberlos abierto de nuevo. Os echaba de menos. Pero en fin, ya sabes que ha sido una cuestión temporal y por cuestiones de trabajo. ;) Volvemos a la normalidad.

      Gracias por lo de la joya y por lo de buena escritora, compi.;) Este relato siempre me ha encantado.

      Un besazo. Nos vemos pronto, que ya hay ganas.;)

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  6. Bienhallada porque recalo en tus ojos por primera vez y espero seguir contando con ellos para seguir mirando hacia donde tú miras.
    Saludos desde Tenerife-Canarias y te invito a mi espacio cuando gustes.
    http://gofioconmiel.blogspot.com.es/

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    1. ¡Hola, Gloria¡

      Bienvenida a Tierras de Alquimia. Gracias por tu visita.
      Por aquí andaremos, juntando letras y proyectando castillos en el aire.

      Qué preciosidad Tenerife. ;)

      Un saludo desde Madrid.

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  7. Y es que los ojos siguen escribiendo historias aun en bocas selladas.

    El dolor de verdad no es muy amigo de las palabras.

    Luisa, sigue tú también escribiendo historias para nuestro disfrute. Un abrazo y espero que tu proyecto literario también esté engrasado como tu corazón.



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    1. ¡Hola, Tesa!

      Preciosa forma de decirlo, amiga.;)

      Sí que es verdad. Cuando el dolor se arraiga demasiado hondo, no se expresa con palabras. Suele ser mudo y puñetero.

      Por supuesto que seguiré regalándoos estas pequeñas píldoras. Me encanta recrearme en ellas. Son como un respirito para mí. :D

      El proyecto va viento en popa.;) Le quedan todavía muchas horitas de currelo. A respirar hondo y a seguir.

      Un besazo, majísima.

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  8. Al igual que en entre tus líneas se perfila la transparencia que aflora en los ojos de ciertas personas y lo que pueden trasmitir, tus letras son ojos que revelan destreza en la narración y un enorme talento literario.
    Abrazos.

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    1. ¡Hola, Jorge!

      Gracias de corazón por tus palabras.

      No hay nada como desvelar miradas a aquellos que saben leerlas.

      Un abrazo, centinela del sendero.

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  9. Un relato impactante. No hacen falta demasiadas palabras para contar un buena historia.
    Un saludo.

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    1. Hola, Enzo.

      Muchas gracias por dejar tu huella.

      En efecto, hay historias escondidas a cada paso que damos. Son grandes, aunque vayan vestidas de brevedad. Qué bueno que encuentren ojos en los que detenerse.

      Un saludo.

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  10. No podía esperarme ese desenlace. Está genial. Gracias por compartirlo!

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Hola, Olga.

      Gracias por recalar en Tierras de Alquimia.

      Me encantan los finales sorpresivos. Creo que el lector agradece ciertos giros en el desarrollo de un cuento. El final siempre es la guinda del pastel.;) y compartirlo con vosotros es la mejor recompensa.

      Un saludo.

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  11. Me ha gustado mucho ^^ muy bueno seguire leyendo Me gusto tu blog! Te sigo^^ si quieres pásate por el mio.
    Un beso!!

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    1. Hola, Laura.

      Gracias por tu visita a Tierras de Alquimia.

      Me alegro que te haya gustado.;)

      Iré a visitarte. Nos leemos.

      Besos.

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  12. Como dice el refrán: "las apariencias engañan..."

    Esos ojos altivos ocultaban la verdad. Esa que no deseamos se sepa y que en muchas ocasiones nos envuelve en un alto muro que camufla nuestro verdadero yo.

    Me gustó mucho, amiga. Un abrazo, Anna

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    1. ¡Hola, Anna!

      Detrás de cada mirada se esconde un mundo. En algunas puede que incluso un universo. Hasta los ojos vacíos guardan secretos impensables. No hay nada como ser lector de miradas. ;)

      Gracias, guapa.;)

      Un besazo.

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