Estanislao Prieto Prieta era un escritor que lo había perdido todo en la vida: primero la inspiración, su trabajo, su mujer, su casa, su coche y su autoestima. Tan sólo le quedaba una pequeña maleta de cuero en la que llevaba todas sus pertenencias: el único libro de cuentos que había publicado hacía tres años y su máquina de escribir, una Olivetti 98.
Ahora dormía en la calle y acudía a los comedores sociales. Fue allí donde trabó amistad con Baalberith, un tipo al que contaba todos sus anhelos, sus ansias por volver a escribir y recuperar su inspiración. Se hicieron inseparables.
Después de varios meses de escuchar sus problemas, le dijo que conocía a alguien que podría ayudarle a encontrar de nuevo la inspiración perdida, pero que era un tanto raro y siniestro.
Estanislao no hizo preguntas. Qué más tendría que perder.
Fue entonces cuando se lo presentó.
—Aquí Mefistófeles, un amigo.
Aquel tipo le proporcionó un escaño en el congreso (no especificó partido político).
Copyright: Luisa Fernández
Foto extraída de Internet
Una historia un poco dramatica
ResponderEliminarla que vive esta persona pero
gracias al detalle de otra persona
seguro que pudo centrarse en sus
anhelos y ver la luz de nuevo.
Gracias Luisa te estare vigilando
un saludo amiga....
¿No tendrás el número de teléfono de ese tal Mefistófeles?
ResponderEliminarMe ha gustado.
besazo.
Gracias a ti por pasarte por aquí.
ResponderEliminarLas vidas dramáticas son ideales para mostrarlas. y sí, créeme, este hombre vivió feliz para el resto de sus días; otra cosa sería después de su muerte. Ahí sí que le esperaba lo mejor.
Un saludo.
Creo que el muy ladino comunica.
ResponderEliminarMe han dicho que se deja caer por callejones oscuros en noches sin luna, pero son solo habradurías... la realidad es que vive dentro de nosotros.
Un besazo, Pepe.
Nosotros somos el bueno y el malo. y si del callejón pasa al escaño...
ResponderEliminarMe ha gustado tú relato. Muy imaginativo y muy bien escrito.
ResponderEliminarUn bso.
Hola, Driada.
ResponderEliminarLo del yin y el yang es cierto. La lucha es constante. Pero es tan fácil dejarse tentar...
Un beso.
Gracias Disancor.
ResponderEliminarDentro de que es un tema recurrente, he intentado darle un giro curioso.
Me alegro que lo creas. Ahí estamos, intentando transmitir.
Un beso.
No se que pensar......¿se ha hecho rico con el escaño?
ResponderEliminarUn beso
Hola, Josefina.
ResponderEliminarNo es por el dinero. Aunque también biene bien. Puedes tomarlo por varios sentidos. 1:el trabajo de político no está nada mal (no es igual que estar picando, ni subido a un andamio). Punto 2:allí, en el congreso, da tiempo a inspirarse super bien con todos los circos que se montan. Yo por lo menos me pondría morada a recoger historias. Y 3: este micro viene a colación del gran absentismo que hay en el congreso. No hace mucho se habló sobre ello en los medios. Así da tiempo a hacer otras cosas como escribir.
¿Ves como merece la pena el escaño?
Gracias por pasarte por aquí.
Un beso muy fuerte.
Vaya, yo pensé que le haría escribir la novela más grande jamás escrita. Pero un escaño? eso sólo le servirá para llenarse el bolsillo, nunca el espíritu.
ResponderEliminarClaro que, qué se puede esperar del tal Mefistófeles...
Besos
pero perturbador y esa cuña y recuerd de goethe es muy buena luisa, enhorabuena, muy bueno, de verdad.
ResponderEliminarNo creas, que eso del libro más grande del mundo jamás escrito hubiese estado muy bien… pero se trataba de que su vida fuese magnífica no de infligirle un castigo en vida. Eso vendrá tras la muerte. El diablo tiene esas cosas…
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, Trini.
Gracias, Votios.
ResponderEliminarMe alegra que te guste y hayas captado esos matices. Buen ojo.
Un besazo.
Otra vez la diablilla revolotea.
ResponderEliminarYa lo creo que un escaño no estaría mal para solucionar los problemas de Estanislao.
Y es que hay veces que hay que agarrarse a un clavo ardiendo.
Ocupa tu escaño, Estanislao, y a vivir que son dos días.
Una crítica sutil. Bueno, ejem, no tan sutil.
Chica mala, Luisa.
Un abrazo de Mos desde la orilla.
Un cuento hiperbreve, cargado de una sutil ironía. Es agradable el leerte, siempre. Un saludo cordial, Luisa.
ResponderEliminarTodo sea por la literatura, Mos. Aunque creo que a este paso todos tendremos que hacer pactos con el diablo, visto el panorama…
ResponderEliminarLa verdad es que escribir es un oficio mal pagado (por no decir impagable) donde uno se tira media vida regalando textos y no cobrando un duro con el acicate de que tu nombre se deje sentir por ahí. Si por lo menos tienes un empleo que te permita tener tiempo libre y dinero para no depender de las letras…
Un beso, compi.
Gracias, Cuentera.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado y sobre todo, que se capte el mensaje que he querido transmitir.
Un abrazo muy fuerte, Indaluz.
Yo siempre he dicho que a Mefistófeles concesiones las justas. Entiendo que si te ves con el agua al cuello puedas pensártelo, pero la decisión es dura. Esperemos que no llegue la sangre al río, de momento nos conformaremos con lo que hay, "las pequeñas cosas". ¡Qué dura es la existencia de vosotros los escritores!
ResponderEliminarSin acritud je je.
Besos miles.
Resu, ya decía yo que te mostrabas reticente... es por eso que no quieres llamarte escritora, porque sabes que somos asaltados por numerosos diablillos de medio pelo, y hasta a veces, viene el jefazo en persona a tentarnos. Pues siento decirte que ya estás en su lista.
ResponderEliminarUn besazo.
Mefistófeles ya no es el que era.
ResponderEliminarCuando yo era pequeña te regalaba cofres llenos de tesoros, más tarde me enteré que Paganini consiguió ser el violinista más genial gracias a pactar con él y puede que Dorían Grey la inmortalidad y ahora...
...por favor, un escaño en el Parlamento español, ¿hay algo más aburrido?
Besitos, guapa.
Qué gracia tienes, jodia... Ya quisiera yo uno.
ResponderEliminarLa verdad es que el pobre diablo se ha tenido que adaptar a los tiempos que corren. No creas que es fácil convencer a los parroquianos, con tantas ofertas a la vista...
Un beso fuerte, Tesa.