Tiene las manitas enrojecidas de tirar piedras al aire. Se sube a los escombros y grita. Luego, ondea su bandera y llora. Su bandera, que pretende ser blanca, es un trapo sucio y ajado. Lo ha atado a un trozo de marco de ventana. Esa ventana era la de su casa, por la que veía marcharse a su padre y a su hermano para ir al trabajo. Era la de los amaneceres y la de las luces que se veían a lo lejos cuando anochecía. Por esa misma ventana, su madre lo llamaba para que entrara en casa después de jugar. Y a través de ella veía ocultarse el sol entre las nubes y a las bandadas de pájaros planear formando una uve. A través de esa ventana veía la vida pasar. Su corta vida.
Y agarra con fuerza ese trozo de madera, lo aferra como si fuese lo último que le une a esa mansa existencia. Grita, y ondea de nuevo la bandera con desesperación.
Pero nadie escucha al niño. Las bombas no tienen oídos, y debajo de los escombros sólo hay cadáveres.
Copyright: Luisa Fernández
Foto extraída de Internet
Este micro me lo ha publicado PEPE PEREZA en su blog ASPEREZAS:
http://pepepereza.blogspot.com/
Me gusta, tanto que no he podido resistir la tentación y te lo robo para ponerlo en mi blog.
ResponderEliminarbesazo
Muchas gracias, Pepe.
ResponderEliminarEs un honor para mí.
Un requetebeso.
Que bonito y triste, pero son los tiempos de guerra que no paran.
ResponderEliminarUn beso Luisa
Los niños son los grandes perdedores de las guerras y los conflictos.
ResponderEliminarUn beso, Josefina.
Esa ventana por la que tanto vio es ahora testigo de la oscuridad que lo abate.
ResponderEliminarUn micro muy triste, por la realidad que contiene.
Besos
Así es, Trini. Las consecuencias de la guerra son terribles. Muchos niños mueren y otros se quedan solos en paises devastados por ella, cargando con un triste futuro a sus espaldas.
ResponderEliminarUn beso.
Qué desgarrador querida amiga, la ambición de los encumbrados en el poder no tiene límites ni miramientos, y asesina sin piedad por llenarse los bolsillos con más riqueza aún teniendo de sobra!!! ¡¡Qué indignante por Dios!! Y ante ellos no podemos hacer nada porque como estamos en una democracia los presidentes elegidos para representarnos les faltan pantalones para hacerse escuchar y poner las cosdas en su sitio como lo demandamos. Un fuerte abrazo Luisa
ResponderEliminarQuerido Drac, detrás de cada guerra, de cada conflicto armado, hay muchos intereses creados. Todo se reduce a dinero en cualquiera de sus formas. Tierra, petróleo, riquezas sin explotar... cualquier cosa. Es una realidad aterradora.
ResponderEliminarGracias por tu sentido comentario, amigo.
Un abrazo.
La desesperación y el dolor pocas palabras necesita. Las banderas blancas acostumbran a ser trapos y tu relato muy bien lo plasma. Gracias por tu visita a mi blog
ResponderEliminarIsabel, gracias a ti por pasarte.
ResponderEliminarEs verdad que la desesperacion y dolor necesitan de muy pocas palabras para calar hondo. Me alegro que te hayan llegado.
Un abrazo.
Luisa, he leido hace poco en voz de un brigadista mejicano que vino a defender a la República en nuestra guerra civil, que el ser humano fabrica guerras porque en sí mismo es cruel con sus iguales. Vamos, que las guerras siempre existirán por naturaleza humana propiamente.
ResponderEliminarY puede que sea así. no hay más que ver los conflictos que amenazan el planeta por los cuatro costados.
Relatos como el tuyo muestran esos hechos y consiguen remover, alertar, denunciar y hacer pensar que siempre hay víctimas inocentes que padecen las atrocidades de sus mayores.
Un abrazo de mos desde su orilla.
Habría mucho qué hablar respecto a eso, Mos. Tanto que daría para un ensayo sobre la capacidad de destrucción del hombre. Yo me dejo convencer por lo que decía Eric From, que a groso modo venia a ser: hay dos clases de caracteres: los productivos y los necrófilos. Imagina cual es el dominante. Imagino que sería a esto a lo que se refería el brigadista mejicano.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, compi.
Un bello relato para un tema muy triste. Los niños y las mujeres son los "daños más colaterales" de todas las guerras de todos los conflictos.
ResponderEliminarAntes defendía que el hombre era bueno por naturaleza, que las circustancias o la locura lo hacía malvado, pero ya no creo en eso, he visto la violencia y la humillación hasta para echarse unas risas. Irak, los Balcanes, Palestina, Ciudad Juárez, Colombia, Ruanda, el Congo...
Las guerras me parecen estúpidas, no veo nada heróico ni siquiera práctico en ellas.
A veces me pregunto qué será de esos niños, como el de tu relato, que han sido testigos de tanto odio y de tanto horror.
Un abrazo, Luisa,
Hola, Tesa.
ResponderEliminarYo también me hice esa misma pregunta y por eso escribí este micro. Los “efectos colaterales” son una onda expansiva que abarca toda una vida destrozada, y eso contando con el país donde se desarrolle tenga los medios necesarios para ayudar a estos niños, si encima le sumamos la falta de medios antes y después del conflicto, el daño adquiere tal magnitud que no hay palabras para definirlo. De cualquier modo, sólo necesitamos mirarnos a nosotros mismos. Nuestra última guerra partió España en dos y todavía estamos intentando unir los pedazos.
Un beso.
esta historia es linda =)
ResponderEliminar