Solía acudir al vertedero. Siempre encontraba cosas que todavía podían tener uso. Allí conseguí el colchón dónde duermo y la radio, cuya voz acompaña mi soledad. A veces hay algo de ropa camuflada entre los desperdicios. La comida, no. Esa la busco en los cubos de los supermercados.
Aquella mañana percibí un intenso olor a flores. Era penetrante como el de las violetas. Traspasaba el pañuelo que me cubría la nariz y la boca. Provenía de una bolsa de basura corriente. La abrí con avidez movido por la curiosidad. Fue cuando el rostro de un recién nacido emergió a la luz. Me miró sin ver, y un vacío sin nombre se apoderó de mí al comprobar que todavía tenía el cordón umbilical unido a la placenta. Me quité el abrigo y le arropé, acunándolo entre los brazos. Un dolor sordo me ahogaba. El olor a flores lo inundaba todo.
Y supe que, de todos los lugares de la Tierra, aquel era el más olvidado por la mano de Dios, porque permitía que sirviera de tumba para sus Ángeles.
No recordaba este relato breve tuyo. Breve pero contundente. Desgraciadamente Dios se olvida de muchos ángeles dejándolos en la Tierra.
ResponderEliminarSuerte que hay gente que escribe de ellos.
Un abrazo de Mos desde la orilla.
Mos, no podías recordarlo porque es nuevo. Es verdad que hay muchísimos sitios que parecen haber sido olvidados por Dios y por los hombres. Si vas a la página donde he cogido la foto, verás qué vida llevan algunos angelitos vivos.
ResponderEliminarUn beso.
Que relato más bonito, pero me ha entrado una pena en recordar cuantos angelitos sufren.
ResponderEliminarBesos
Terrible en lo que cuenta y maravilloso como lo cuentas.
ResponderEliminarMe encanta tu estilo chispeante y el manejo de las palabras justas. Escribes muy bien, Luisa.
No hace tanto una mujer, imagino que más deseperada que desalmada, envolvió a su recién nacido en ropa y lo dejó muriendo en el armario de su habitación. No le dio tiempo de llevarlo al vertedero porque una hemorragía la delató. Qué tristeza y qué horror.
Besos, escritora!
Gracias, Josefina. Lo importante es que no los olvidemos en una sociedad que cada vez va más a lo suyo y no sabe hacer otra cosa que mirarse el ombligo.
ResponderEliminarUn beso.
Tesa, tú tampoco lo haces nada más. Estoy terminando tu manuscrito. Tienes un estilo bastante bueno y una chispa de humor envidiable. Lola es todo un personaje. Ya hablaremos detenidamente.
ResponderEliminarEste es un relato brevísimo para mover por dentro y hacernos recapacitar. Si lo consigue, ha logrado su objetivo.
Por desgracia se escuchan día sí, día también noticias como esta y como la que tú cuentas. No llego a comprender la barbarie. Qué se apoderará de ellas cuando hacen una cosa así.
También intento hacer alusión a los niños que prácticamente "viven" en los vertederos, como exclavos. Nacen para sufrir. Un infierno en vida.
Un besazo, escritora (también lo eres).
Luisa, me ha impactado este relato.
ResponderEliminarNo tengo palabras, porque todas sonarían vanas ante la dura belleza del texto.
Magnifico
Besos
Muchas gracias, Trini.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte.
Hola Luisa,
ResponderEliminarEncontre por accidente tu blog (Dios mío, provoca más de estos) y mira que bella sorpresa, me ha gustado lo que he leído en estas líneas.
Ahora soy tu seguidor y espero que cuando tengas un tiempecito, te pases por mi blog para ver qué te parece.
Saludos.
PD: Que maravilla esto de la web, encontramos personas afines, cosa muy díficil en el mundo real.
Es precioso e impactante, lleno de fuerza. Y con esa imagen potente del olor a flores en medio de un vertedero. Al fin y al cabo, la fuerza de la vida puede (parece) con la más dura de las violencias y adversidades.
ResponderEliminarEste blog promete.
Muchos besos
Ahuizotl, gracias por tu comentario. Me encanta que el azar te haya traído hasta aquí. Tal como reza la cabecera de este blog, todos los caminantes son bienvenidos. Me pasaré por tu blog y ya te contaré.
ResponderEliminarUn saludo.
Carlota, me gusta incorporar en mis relatos esa relación olor-visión que los dota de una conexión inmediata en el lector. Los olores perduran en la mente y la imagen llega más clara. Es una interrelación que provoca fuerza. Bueno, eso creo yo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios. Para mí siempre son importantes.
Un beso.
Los niños o ángeles como tú los llamas, siempre ha sido los más frágiles y débiles de todas las contiendas. Son fáciles de manejar por lo tanto carne de cañón para los desaprensivos que vagan por el mundo. De todos modos que distinto se ve desde esta perspectiva cómoda y afectuosa para con nuestros hijos en comparación con sus vidas.
ResponderEliminarUna historia dura, con muchos matices.
Besos miles
Resu
Así es Resu. Todo se ve desde esta perspectiva cómoda. Depende de nosotros que nuestros hijos vean esta otra realidad que tan lejos les pilla.
ResponderEliminarUn beso también para ti.