Hola a tod@s.
Tal y como os adelantaba en el
post de vuelta de mis vacaciones, y como viene siendo habitual en este blog, tenía
pendiente daros a conocer a otros autores. Este impasse nos vendrá genial.
Hace tiempo que andaba detrás
de entrevistar a Darío Vilas. Es un
autor al que sigo los pasos desde que cayó en mis manos Instinto de superviviente,
una novela encuadrada en el género Z, la cual ya reseñé en Tierras de Alquimia.
Luego, digamos, que no es nuevo en estos lares. Vi la oportunidad perfecta a
raíz de la publicación de su última novela El hombre que nunca sacrificaba las gallinas
viejas (Tyrannosaurus Books).
Me llamó tanto la atención el
título y la sinopsis, que no pude resistirme a leerla. Y, ya puestos y metida
en faena, ¿por qué no aprovechar para preguntarle a Darío Vilas sobre los entresijos de su novela? Tenía muchas
preguntas y para mí suponía un lujo que el autor me las contestara. Y sí, me respondió
a «casi» todas. Creo que le gusta guardarse algunos ases en la manga.
Para entrar en materia, lo
mejor será mostraros la portada y la sinopsis.
Sinopsis:
Marquitos
Laguna se ha retirado del oficio. Ahora prefiere cuidar su huerto y recoger los
huevos de sus gallinas. Antes, en otra época, Marquitos era un justiciero parco
en palabras, un matador criptozoológico en la abundante isla de Simetría, un
muro de dos metros de hostias enfundado en el guante de un hombre en traje
negro. Pero ya no, sus noches más oscuras quedaron atrás. O al menos eso creía
hasta hace unas horas. Porque hace nada, las gallinas viejas, esas que nunca
sacrifica sabe Dios por qué, han comenzado a revolotear de aquí para allá,
dejándolo todo lleno de plumas. La tierra de ese huerto que ahora se dedica a
cuidar, ha empezado a retemblar. La carne putrefacta de toda una vida en negro
se afana por abrirse paso a base de dentelladas y uñas rotas. Y Marquitos, un
muro de dos metros de amor venido a menos, se teme lo peor:
Que
regresen sus noches más oscuras.
Que se le
atragante el olor de una Magnolia.
O que
haya llegado la hora de volver a sacrificar.
El hombre
que nunca sacrificaba las gallinas viejas es una historia de realismo bizarro,
de una isla que alberga toda la inmundicia humana, de fantasmas del pasado que
regresan a golpe de vaso de güisqui sobre la barra de un bar. De vampiras
imaginarias, de zombis mentales que acompañan a su protagonista y de un ente
vengativo que pretende culminar una obra maestra del asesinato:
La Magnolia Azul.
La Magnolia Azul.
Ahora, al
lío…
Darío:
música y escritura, ¿una combinación perfecta?
Para mí es una combinación
imprescindible, mis tres novelas se forjaron con música de fondo o a partir de
ella. Empecé a ponerla porque mi hijo tenía dos años cuando escribí la primera,
y era un torbellino imparable. Había que contrarrestar su bullicio.
Por otra parte, he escrito
infinidad de textos inspirados en canciones. Así que creo que esto responde a
la pregunta.
¿Somos
nosotros quienes elegimos las historias o son ellas las que nos eligen?
Nosotros. A mí lo que me pasa
es que siempre tengo mil historias en la cabeza, la mayor parte de ellas son
una puta locura o una gilipollez, y no debería escribirlas. Así que ten en
cuenta que las que acaban sobre el papel son las más “normales”, por decirlo de
algún modo.
¿Dónde
escribes? ¿Trazas un camino o te dejas llevar?
Escribo en mi estudio, siempre
de día (la idea romántica del escritor trasnochador no casa conmigo), con
música puesta a tope y sin papeles sobre el escritorio. Es mi única manía, me
pone nervioso ver papeles alrededor.
Antes era más de dejarme
llevar, pero me estoy volviendo algo metódico. Entiende también que mis métodos
pueden no ser del todo ortodoxos, pero son los míos. Trazo un camino y luego me
dedico a disfrutar del trayecto. Si aparece un sendero o una cueva que no
estaban en el mapa me interno en ellos para explorar. A lo mejor encuentro un
atajo, me meto en un lío de tres pares de cojones o me pierdo y luego no llego
a donde pretendía. Ahí está la gracia.
Eres
un autor al que le gusta experimentar con la escritura. Hay lectores (y
editoriales) que todavía se asustan ante la etiqueta “realismo sucio”. ¿Qué les
dirías para que vieran más allá?
Que lean más.
Ahora le hablo al editor: dado la dificultad que
entraña “colocar” novelas de temática no convencional, ¿crees que en el mundo
editorial se está intentado crear a un autor/tipo o autor/patrón en el que
predomine un estilo formal? ¿Por
qué algo tan bueno como que un autor tenga una voz diferente es todavía un gran
handicap para ser apoyado por una editorial potente?
Sí, se están creando patrones y
se suelen respetar casi al milímetro, en calidad decreciente. Esto es así
porque como consumidores demandamos siempre que nos sirvan la misma mierda. No
hay otra explicación, bajo mi punto de vista. No queremos nada nuevo ni
diferente, queremos más de aquello que nos gustó, ir siempre sobre seguro. Que
gustan los survival de zombis, pues todas las novelas iguales (luego las
llaman “canónicas” para evitar decir que son una mala copia o un plagio y a
cascarla), que ahora es el porno light, pues tres cuartos de lo mismo. No solo
me refiero a la literatura, sino al consumo en general. Lo veo en el cine, en
la comida y hasta en las indumentarias o los coches que conducimos. Se crea un
patrón que agrade a la mayoría y a tirar copias.
La
mayor parte de títulos publicados pasan a formar parte de la “cadena
alimenticia” en poco menos de tres o cuatro meses. ¿Cómo se las apaña un autor
para hacerse notar en esta espiral de libros caníbales en la que se está
convirtiendo la publicación masiva?
Eres muy optimista. Yo diría
que la vida comercial de un libro se limita al primer mes tras el lanzamiento,
a partir de ahí las ventas son residuales, salvo que entren en juego factores
sobre los que no solemos tener control (moda inesperada, venta de derechos de
adaptación a otro medio, que tu libro le guste a una persona que marca
tendencia, sea cual sea su campo...). Antes me rompía mucho los cuernos para
intentar mantener vigentes mis obras meses después de su lanzamiento, pero
invertía tiempo y energía en vano. Si tuviera mucha pasta, pues oye, tal vez me
pagaría una campaña publicitaria del copón. Pero no es el caso. A decir verdad,
si tuviera pasta se me ocurren mil cosas en las que la invertiría antes que en
dar visibilidad a lo mío.
Que funcione el boca-oreja, si
eso. Con la última no me está yendo mal de esa forma, es lo que tiene la
ausencia de expectativas comerciales. En adelante, creo que me lo plantearé siempre
de este modo. Es lo más sano.
Entremos
en materia. ¿Crees que El hombre que
nunca sacrificaba las gallinas viejas es un punto de inflexión en tu
trayectoria? ¿Has
empezado a escribir lo que en realidad te pide el cuerpo?
Sí que puede ser un punto de inflexión,
aunque lo cierto es que siempre escribo lo que me pide el cuerpo, o no escribo
si no me lo pide, que es parecido pero no es lo mismo. Esta novela se desmarca
de las dos que había publicado hasta la fecha, y a la vez forma parte del mismo
universo. Si digo que quizás sea un punto de inflexión es por la forma
narrativa. Supongo que por primera vez escribí como me dio la gana, muy
consciente de que lo que estaba haciendo era poco convencional. Y lo pasé de
puta madre.
La
historia de Marcos Laguna parte de Imperfecta
Simetría, un libro de relatos del que eres coautor junto con Rafa Rubio. ¿Podría
decirse que con esta novela has reinterpretado a este personaje o has buscado
que sea el lector quien lo haga?
Más que reinterpretarlo lo he
actualizado, en el sentido de que los relatos transcurrían en un pasado cercano
(año 2001) y la novela diez años después, con lo que Marcos Laguna es más
viejo, está más solo que nunca y, al igual que al autor, no se plantea las
consecuencias de lo que hace. Así nos luce.
¿Qué
elementos destacarías de esta novela con
respecto a las anteriores?
Está narrada siempre en
presente, en primera y tercera persona. He intercalado unos capítulos enfocados
desde un narrador omnisciente que en determinados momentos rompe la cuarta
pared. Su función es la de ofrecer pistas al lector sobre el pasado del
personaje principal, Marquitos, que es el que lleva el peso de la narración en
la mayor parte de la novela. No hay mucha floritura, pero sí una cierta
tendencia al lirismo crudo, debido a la forma de expresarse del personaje.
De lo que más orgulloso estoy
es de que se trata de la novela más redonda de las tres que llevo publicadas en
cuanto a coherencia interna. Dejo espacio para que el lector rellene huecos a
su gusto, pero está muy definida de principio a fin. Esto contrasta con la
forma narrativa, libre y sin ambages.
Pitas,
pitas, pitas. Me da que lo de las gallinas tiene su intrahistoria…
La tiene, pero no voy a
desvelarla. Lo siento.
A
través de la lectura de tu novela, puede apreciarse una evolución/involución
del personaje principal. Según mi opinión, es destacable hasta el punto de
perder de vista al hombre que conocemos en los primeros capítulos. ¿Se trata
de un pacto secreto con lo macabro o es
un reconocimiento al engendro que todos llevamos en el interior?
Puede que sí, que sea
involución. O simplemente que ese Marquitos del final ha estado latente en todo
momento y solo esperaba el momento ideal para hacer su aparición.
El engendro lo llevamos todos
sobre el hombro, nos susurra al oído cosas que queremos escuchar pero no asumir
ni mucho menos materializar. Puedes inflarle a hostias a base de cabezazos,
hacer oídos sordos o aprender a convivir con él. En el peor de los casos, dejarte aconsejar
por él.
¿Qué
tiene Darío Vilas de Marquitos Laguna?
Muy poco, diría que nada.
Quizás que a mí también me gustan los trajes negros con camisa negra y sin
corbata.
Me
gustan las estructuras no convencionales. En tu novela nos regalas una primera
persona y una tercera; tal vez un “narrador vídeo” pelín omnisciente, que suple
la función de romper la línea temporal de la narración. ¿De qué infierno
sacaste esta voz en of?
Han surgido muchas teorías
sobre esa voz, y todas me encantan. Que si es Maite (el “amor verdadero” de
Marquitos), alguna de las chicas muertas,
si se trata del onryo o, incluso, de una versión joven del propio
Marcos, que se observa a sí mismo desde otro plano de realidad. En cualquier
caso, y ya que ha surgido esa intriga, vamos a mantenerla. Diré solo que me
inspiré en los narradores en of de los episodios de Alfred Hitchcock
presenta...
Simetría,
siempre Simetría. ¿Por qué vuelves a ella una y otra vez?
No es que vuelva, es que estoy
atrapado y he descubierto que es mucho más fácil traeros a todos hasta la isla
que escapar de ella.
¿Has
cerrado el círculo en torno a Simetría o tendremos más viajes a sus antros y a
sus geografías muertas? Me consta que cada vez que sale un ferry para la isla
te llevas a más gente para allá. ¿Estás creando un grupo de adeptos?
Ya hay un grupo numeroso que
viene de camino. Mi intención es que llegue un punto en que todo el que lea
sobre ella sienta que pertenece al lugar. Ya está finalizada desde hace tiempo
una antología de relatos en la que colaboro con otros tres escritores (Rafa
Rubio, Ignacio Cid Hermoso y José Luis Cantos), titulada Girando en Simetría
(vais a alucinar pepinillos cuando vea la luz), y otro proyecto más ambicioso y
multitudinario que está en espera de ver qué sucede con la anterior. Paso a
paso. Sin olvidarme del cierre de mi trilogía con Dolmen, que se desarrollará
también en Simetría.
La cabeza no para, así que le
estoy dando vueltas a la idea de desarrollar un proyecto audiovisual, tal vez
una web serie. A saber por dónde me dará.
Muchas
gracias por dedicar a mi blog un poco de tu tiempo, Darío. Espero que te vaya
genial en tu andadura.
La entrevista me ha encantado,
gracias a ti por acercarte hasta Simetría. Ahora ayúdame a arrastrar a los
demás hasta aquí, anda.
Bibliografía del autor:
Darío Vilas (Vigo, 1979) es escritor,
editor y redactor web. Cultiva el género fantástico y el realismo sucio, el
cual combina con el terror. Ha sido
coordinador de varias antologías así como participante en un gran número de ellas.
Su obra en solitario: Piezas
desequilibradas (23 Escalones, 2011), Instinto de superviviente
(Dolmen editorial, 2011), Lantana: Donde nace el instinto
(Dolmen Editorial, 2012), El hombre que nunca sacrificaba las gallinas
viejas (Tyrannosaurus Books, 2013). Fue finalista de los Premios
Scifiworld en 2012 con su novela Instinto de superviviente.
Si queréis saber más sobre este
autor, podéis visitar la página web de El hombre que nunca sacrificaba las gallinas
viejas.
Mi reseña de Instinto
de superviviente:
Un besazo.
Tengo que reconocer que no conocía a Darío pero, después de leer la entrevista, e imaginar la más que probable transgresión de normas literarias de su novela, creo que voy a conocerle un poco más.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que nos encasillamos por defecto y no nos abrimos a lecturas poco convencionales, con esto, lo único que conseguimos, es dar vueltas en el mismo círculo sin agrandar nuestra perspectiva literaria.
Suerte al autor y gracias a ti por habérmelo presentado.
Un cariñoso beso.
Hola, Belén.
EliminarTienes toda la razón. Por lo general nos cuesta horrores leer otros registros diferentes a los que estamos acostumbrados. Eso cierra mucho nuestro propio mundo lector e impide que ampliemos nuestra lista a nuevos e interesantes autores. Creo que deberíamos cambiar el chip. Tanto lectores como editoriales deberían dar más apertura a lo nuevo y diferente. A este paso (y sin tardar) van a escribir libros los ordenadores. Todos igualitos: mismo estilo, misma historia, mismo cliché manido. Esto es una cadena alimenticia que da miedo. Para formar lectores pensantes necesitamos escritores pensantes.
Gracias por comentar esta entrevista y por dar apertura a tu perspectiva literaria.
Un besazo.