27 de febrero de 2013

El «ojo de cíclope» y el lector cero






Hola a tod@s.

Me apetecía hablar un poco del desarrollo de mi novela Tiempo de niebla y ceniza. Sé que hay escritores que no comparten los detalles del proceso de escritura. A mí me gusta dar pequeños avances pero sin desvelar nada de la trama. Estas explicaciones parecen llenar esos espacios en blanco que a veces tengo en el blog y en las redes sociales. No me prodigo porque estoy trabajando. Necesito concentración y meterme de lleno en el asunto. Eso se traduce en más de 150 páginas escritas, algo así como 83.000 palabrejas. Un punto de inflexión en el que cualquier frenazo o pérdida de motivación puede hacer que toda la historia se tambalee sobre el alambre.
Digamos que he llegado ya a un «camino sin retorno». La trama está en su punto más álgido. A partir de aquí, todo lo que sube tiene que bajar. Unas 200 páginas más, según mis cálculos (fijo que más). Y es cuando me asaltan esas dudas existenciales. Voy cuesta abajo y sin ruedines…
Empieza entonces el devaneo sobre si he hecho bien los deberes o solo ha sido una treta para pasar el examen con un aprobado justito. Las preguntas se acumulan y comienza un baile con la trama. Pero creo que domino bien los cuatro pasos. Ya veremos.  

Hasta aquí el mini avance sobre cómo va mi novela.  
  
Ahora bien,  supongamos que esas dudas no me dejaran seguir. ¿Y si alguien me diera su opinión a esos devaneos?
Es aquí donde podría entrar en juego el lector cero o de pruebas.  

Este lector es el que va a aportar una opinión crítica a nuestro manuscrito (o solo a una parte) y, por tanto, una visión distinta a la que nosotros tendremos.
Pero como en todo, hay lectores y lectores. Están los profesionales, que se dedican a ello y cobran por su trabajo. Luego, los coleguillas que siempre están dispuestos a echarnos una mano. Y, por último, los que tienen un buen conocimiento sobre literatura y un amplio bagaje de lecturas. Estos últimos pueden o no ser escritores y pueden o no ser amiguetes.  
Qué busco yo en un buen lector cero.
Será el que me ofrezca su impresión en cuanto al argumento (la estructura y coherencia que pueda tener), el ritmo, los diálogos y el narrador. También valorará la puesta en escena (ambientación), el lenguaje empleado y las distintas técnicas narrativas. Todo ello aportando dos cualidades que no tienen precio: sus conocimientos y esa sinceridad tan necesaria para decir su verdad sin temor a dañar mi ego. Y ya sería la repanocha intercambiar con él todas esas dudas que se me plantean mientras estoy escribiendo la novela.
Para elegir mi lector cero se hace inevitable huir del factor «ojo de cíclope». Este término no lo encontrareis en Google. Es de uso propio. Y no tengo ni idea de si está avalado por un estudio o estadística alguna. A saber…
Lo mejor es que os ponga un ejemplo.
Si entregamos el mismo manuscrito para su evaluación a diez lectores que sean escritores, siete coincidirán en señalar casi lo mismo (mismas repeticiones, faltas, errores, etc.), tan solo tres de ellos apuntarán otra clase de carencias en el texto además de las ya señaladas por esos otros siete. O sea, que aparte de lo obvio verán más allá, aportándonos esa perspectiva necesaria para mejorar nuestra novela. Esos siete que he aludido tienen ojo de cíclope. Sí, no es un ojo extraordinario como cabía pensar dados los estupendos poderes que tienen algunos cíclopes. Es una lectura viciada. Va derecha a errores de lo más comunes y pasan por alto (involuntariamente, por supuesto) otros más difíciles de detectar. Esto no tiene nada que ver con ser malos o buenos escritores, es independiente.
Volvamos a mi lector de pruebas ideal. Habrá que tener en cuenta que si el elegido conoce mi forma de escribir disculpará la mayoría de los pequeños vicios que observe. Cuidado con esto, que esos enanos pueden convertirse en los peores enemigos.
Y, por supuesto, no siempre mi mejor amigo de letras es el más indicado para el menester que nos ocupa. Hay compañeros que evitan ser del todo sinceros por miedo a hacer daño o que el autor se enfade. En ese caso, flaco favor. Nuestro ego estará a salvo pero no así el texto. Y es que somos especialmente sensibles con las opiniones negativas hacia nuestro trabajo y nos cuesta diferenciar entre las que van dirigidas por el bien del manuscrito y las que son un ataque personal. Con el suficiente tacto y respeto pueden darse toda clase de opiniones.  
«Haz lo que te digo pero no lo que yo hago». Un escritor que no ponga en práctica lo que aconseja puede ser, aun así, un excelente lector cero. Puede poseer todos los conocimientos del mundo y no por ello escribir bien. Y no obstante, gozar de un criterio fabuloso que aporte una visión fresca y nueva.
Mejor si se tengo varias opiniones. Eso aportará otro colorido al panorama.
Llegados a este punto debo confesaros que no tengo lectores cero. Esto puede sonaros prepotente, pero nada menos cierto. Los pocos que se ofrecen están hasta arriba de trabajo y a mí me da verdadero palo aceptar su generosidad. Además, pecando de egoísta, os diré que si alguien está muy ocupado difícilmente podrá centrarse en mi manuscrito. No es cuestión de echarle voluntad, dado que no suelo buscar una opinión general sino algo más profundo que implica tiempo y dedicación. Me hago cargo de que es mucho pedir, en serio. En cambio sí tengo «oidores cero». Personas que se prestan a escuchar. Varios sábados al mes recibo la visita de Marga y Ricardo. Ellos son mis oidores, los que comentan los posibles errores y las fisuras de mis novelas. Los que me hacen llegar sus sensaciones tras la lectura de varios capítulos. Así veo si la historia alcanza mis expectativas o no. Solo hay un problema en el método. No puedo discutir con ellos las dudas que se me van planteando en la trama. Lógicamente tienen que estar al margen para que su reacción tras la lectura sea auténtica.   
También tengo otra clase de oidores. Los que escuchan la historia resumida, sin lecturas por ambas partes. Según voy adentrándome en ella, salen a luz detalles que hasta entonces no estaban presentes en la historia. Es así como soluciono las posibles fisuras de la trama y las múltiples dudas que se me plantean. Curioso pero efectivo cien por cien. La pobre sufridora no es otra que Pandora Moondragon.  
  
Así que ya sabéis, si tenéis un raro espécimen como los que acabo de describir no los soltéis ni con agua caliente. A mimarlos de lo lindo, que no abundan.

 

4 comentarios:

  1. Hola Luisa

    Hace mucho tiempo que no comento, y que tengo mi bitácora abandonada. Aunque parte de eso se debe a que estoy con La Innominada, también es que llevo tiempo sin saber bien de qué hablar. Y eso que tengo textos ya escritos desde hace tiempo, preparados para ponerlos...

    Me ha gustado todo lo relacionado con lectores cero y la expresión "ojo de cíclope". Yo no tengo lectores cero al estilo que comentas tú. No sé si algún día buscaré alguno :-)

    Un saludo.

    Juan.

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    1. ¡Hola, Juan!

      Sí que hacía tiempo que no me hacías una visita, jejejeje. Me alegro de verte por estos lares. Es lo que pasa, que andamos tan atareados que ni tiempo para el blog. Yo tengo que estirarlo mucho, la verdad. Cuando una anda enfrascada en novelas, es lo que hay.

      Pues los lectores cero son muy importantes. Cumplen una función buenísima si uno quiere que su relato o novela esté en “condiciones”. Otros ojos ven lo que nosotros no. Yo siempre aconsejo que el manuscrito sea revisado por varias personas.

      Ánimo con la Innominada. Ya te queda menos.Sigo tus avances en FB;)

      Un saludo.

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  2. Pues yo tampoco tengo lectores ojo de cíclope, ni me los había imaginado la verdad. Lector cero tengo uno de andar por casa, o sea, muy cercano pero bastante crítico constructivo que es de lo que se trata.
    Desde que estoy en el mundo bloggero (hace sólo un añito) sí que he visto que no se critican, constuctivamente hablando,los trabajos que publicamos. Yo creo que se considera tabú por parte de quienes comentan y sólo nos dedicamos a decir lo bonito que es lo que allí se plasma.
    Sería bueno empezar a mirar un poco más adentro y ayudar así a mejorar lo mejorable que, sin duda es mucho.
    A nivel de publicaciones en editoriales, sólo tengo un par de poemas por lo que no puedo opinar con criterio.
    Que las musas te inspiren.
    Un besito.

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    1. Hola, Belén.

      Lo importante es tener a ese “alguien” que te haga esa crítica constructiva, aunque sea de andar por casa como dices tú. ;) A veces son ellos los que no apuntan los errores en los que no habíamos caído.

      Estoy de acuerdo con lo que dices. Los comentaristas de los blog no se detienen en la crítica constructiva. A veces, yo me maravillo de la cantidad de comentarios que tienen algunos blog (hasta 200). Creo que al dueño le será difícil devolver las visitas. Pienso que la mitad ni lee la entrada, seamos sinceros. Somos vagos para leer, cuanto más para criticar… Sí, deberíamos tomarnos la molestia de criticar los textos. Te doy toda la razón. Lo que pasa que más de uno iba a salirnos por peteneras si le dijéramos algo negativo, jajajaja.

      Gracias por esos ánimos a mis musas. Falta les hace a las pobres mías, que las tengo pluriempleadas.;)

      Un beso muy fuerte.

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