Hola a tod@s.
Ya estoy de regreso tras el
descanso estival. Esta vez se ha alargado un pelín por aquello de que cerré el
blog a finales de Julio. Y, bueno, no es que me haya ido de vacaciones (ni
mucho menos) porque he seguido trabajando en varios proyectos, pero desconectar
un poquillo me ha sentado genial. Lo necesitaba. Suelo reflexionar bastante en
este pequeño intervalo, y el balance de estos nueve meses que llevamos de año
ha sido muy positivo a nivel literatura. He logrado todos los objetivos que me
había marcado. En noviembre este blog cumplirá su tercer año de vida y, aunque
reconozco que cada vez tengo menos tiempo para dedicarle, estoy feliz por todos
los buenos momentos que he podido compartir con vosotros. Sin duda, todavía quedan
muchos más. Espero que sigáis a mi lado. Creo que lo más importante de este camino
no es llegar, sino poder recorrerlo acompañada de todos aquellos a los que
quiero y aprecio. Y sí, no prometo que no llegue a desesperarme a veces (con
todo el derecho del mundo), pero para eso están los amigos de verdad, aquellos
que prestan su hombro abnegadamente y te dan esa palmadita en la espalda. Una
palmadita sincera, que sabe a gloria, exenta de reproches y cargada de ánimos. Esas
son las que valen y con las que me quedo.
Lo dicho: seguimos adelante
(que no es poco).
Gracias por estar ahí. Un
besazo.
Os dejo un relatillo de los míos.
Espero que lo disfrutéis.
Dieciocho
rosas
Elena
decidió levantarse. Casi había amanecido y de nada serviría dar más vueltas
entre las sábanas. Arrastró sus pasos por el estrecho pasillo sintiéndose un
buzo decimonónico. Los pies le pesaban y tenía la cabeza como una escafandra. No.
No eran los rulos, era el inicio de una colosal resaca.
Se dirigió a la cocina,
prepararía café. Las persianas estaban bajadas pero la claridad se colaba ya por
las rendijas. Se sorprendió al percibir un ligero olor a flores. Encendió la
luz.
Y sí, allí estaban, sobre la encimera, envueltas
primorosamente en papel celofán.
De forma automática enumeró el día de la semana
y el mes. No, no era su aniversario ni tampoco cumplía años. Contó las rosas,
eran dieciocho. Nueve rojas y nueve blancas. Un número perfecto. Pasión y amor verdadero.
Pero ¡qué amor ni qué...! Se asomó a la puerta del salón. También tenía las
persianas echadas. La luz de la cocina proyectó un sesgo sobre el bulto que
dormía en el sofá de tres plazas. Se removió con un ronquido terrible. Sí, era
el triste donjuan; vestido y a medio
tapar con la pequeña manta de punto.
Se acercó hasta él para observarlo mejor.
¿Realmente aquel hombre se había tomado la molestia de comprarle flores?
Cabeceó con la respuesta arañando su garganta. ¿A cuento de qué? ¿Cuernos?
¿Mala conciencia? Si tenía que ser sincera, su relación no pasaba por el mejor
momento. No iba a engañarse. Esas rosas no eran suyas. Sintió tentaciones de despertarlo
para preguntarle… no era plan. Antonio había trabajado toda la noche con el
taxi y necesitaba descansar. Además, si estaban en su cocina, ahora sí que eran suyas. Igual
daba la historia que tuvieran detrás. Podía imaginar un buen número de anécdotas
sin esforzarse demasiado, pero... ¡qué coño! Fantasear era tan
fácil y la cruda realidad —esa que
escocía como un puñado de sal en una herida— tan puñetera.
Buscó un jarrón.
©
Luisa Ferro
Bienvenida. Espero que el trabajo veraniego te haya permitido tomarte algo de descanso; que para eso está inventado.
ResponderEliminarIrónica situación, se percibe que llega a destiempo. Algunos hombres tienen el tacto...no sé dónde. Cualquier papelera no era mal destino.
Corto, pero cargado de mensaje y adornos etílicos. Hay que ver la cantidad de vivencias que atesoran los sofás.
Muy suculento, para abrir boca no está nada mal, en tu línea.
Besos miles.
Tendrías que plantearte hacer un recopilatorio de todas estas perlas y formar un collar.
Gracias, Resu.
EliminarBueno, pues ya estamos de regreso. He descansado un poco, pero nada como unas buenas vacaciones de las de verdad, jejejeje.
Y sí, tienes razón, a lo mejor el lugar más apropiado para esas rosas no sería un jarrón sino la papelera. Tendemos a no darnos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Aun así, siempre cabe una esperanza, una pequeña rendija por la que escapa la luz y que nos permite ver más allá de la negrura. Ya veremos si los protagonistas de este cuento son capaces de percibirla.
Pues mira, algún día imagino que recopilaré todos estos micros y relatos en un librillo. No estaría mal.;)
Un besazo, compi.
Bienvenida! Siempre es agradable leer algo tuyo. Pero ahora me quedo con la curiosidad de porque esas flores jejeje.
ResponderEliminarMe alegra que te vieniera bien este tiempo de desconexión! Tienes que disfrutar las vacaciones ( aunque no salga del marco de su casa jeje ).
Besitos!
Hola, preciosa!
EliminarMuchas gracias, cielo. Yo me alegro un montón de verte por aquí;)
Ay las flores, la curiosidad es lo que mueve el mundo, jajajaja. Es un relato abierto a muchas posibilidades. Ya sabes que dentro de una historia hay otras tantas que respiran en ella.;)
Bueno, la verdad es que un descansito le viene bien a cualquiera, aunque no se salga de casa. El relax del verano da para reflexionar y para poner en orden las ideas y las prioridades. Aunque te advierto que yo necesitaría otro par de meses para tirarme a la bartola, jajajaja.
Un beso muy fuerte, guapísima.
Bienvenida de nuevo a la blogosfera, Luisa.
ResponderEliminar¿18 rosas?, 18 puntapiés le daba yo al Don Juan taxista ese del sofá. Bueno, al menos serían preciosa y quedarían divinas en un jarrón.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Hola, Mos.
EliminarMuchas gracias. Ya estamos otra vez aquí, dándole a la tecla.;)
Jajajaja, ay… Creo que las rosas son unas de las flores más hermosas. Seguro que quedaban estupendas en el jarrón. Y me da a mí que nuestra protagonista sintió pena de ellas y por eso las dio de beber. No tuvo valor para tirarlas, pobres mías.
Hay que comprar flores y bombones a los amores, pero sobre todo regalarles conversación y buenos ratos. Muchos buenos ratos y estupendas risas. Esas que no falten.
Un beso muy fuerte, compi. Pasa un buen finde.
A veces es mejor no preguntar y tomarse el regalo tal como viene. Si estaban en la cocina, sin duda eran suyas esas rosas, tal como las sartenes, vamos:)
ResponderEliminarBienvenida. Me alegro de que este verano haya sido reparador para ti (envidia sana me das)
Besos y rosas
Hola, Trini.
EliminarMuchas gracias por tu bienvenida. Algo hemos descansado (aunque no tanto, no creas).
Has dado justo en el clavo, Trini. A veces hay que tomarse un regalo como lo que es. Sin buscarle explicaciones. Y, quién sabe… La vida nos sorprende a cada momento. Qué duda cabe.
Un beso muy fuerte, querida amiga. Una rosa también para ti.
Hola Luisa
ResponderEliminarMe alegro de volverte a leer en tu blog. Yo, en contra de mis intenciones, apenas escribí nada en mi bitácora estos meses y, como nunca aprendo, no he descansado apenas este verano. He estado trabajando en unas cosas y otras, sin rendir demasiado, y cuando me he dado cuenta ya no quedaba verano.
Al menos he ido dos días a la playa y he bailado.
Ah, muy bien escritas esas dieciocho rosas.
Un saludo.
Juan.
Hola, Juan!
EliminarY yo me alegro mucho de verte por aquí.;)
La verdad es que a mí sí me ha cundido el verano, aunque también se me ha pasado en un suspiro. He escrito una novela corta en estos meses. O sea, que puedo darlo por provechoso, jejeje. Eso sí, llevo varios años sin ver la playa ni la montaña. :(
Me alegro que opines que está bien escrito el relato. Creo que es el mejor de los halagos.;) Muchas gracias.
Un saludo, amigo mío.
Hola, Luisa, tu relato sugiere más que cuenta, con mucho oficio y estilo.
ResponderEliminarPara mí que lo que tendría que ir a la basura es esta relación, las rosas nunca mientras estén frescas y hermosas.
Ya veo que has aprovechado el verano para escribir, yo me lo había propuesto, pero nada, a ver si empiezo en otoño.
¿En que fase anda la publicación de tu novela?
Un abrazo,
Hola, Tesa!
EliminarJajajaja, desde luego que la relación de nuestra protagonista no es de la mejores. Las rosas son siempre un espectáculo para la vista y merecen estar en un jarrón.
Bueno, ya sabes que yo necesito estar siempre liada con alguna novela. En verano se hace difícil escribir por el calor, pero aun así se me ha dado bien. Ahora, con el otoño, comienza mi estación propicia para escribir y avanzar en la nueva novela. Me está llevando mucho documentarme, pero estoy logrando que la historia avance a un ritmo aceptable y también plasmar lo que tengo en mente. Estoy muy entusiasmada con ella. Me está encantando.
En cuanto a “La piel del invierno”, va por buen camino. Solo puedo deciros eso por el momento. Espero daros buenas noticias muy pronto.
Un beso muy fuerte, Tesa. Y muchas gracias por tu interés.;)
Hola, Luisa, guapetona :)
ResponderEliminarMe encanta cuando nos regalas estas 'perlitas' literarias. Me gustan los finales abiertos, esos en los que los lectores podemos fantasear a nuestro antojo... Y no sé, a mi me apetece imaginar que Antonio tuvo un gesto con Elena, que en el fondo abismal de su ser ruin aún la ama y que ese día, el de las dieciocho rosas, fue el inicio de una nueva etapa en sus vidas... ¡Qué lo vamos a hacer, romántica que es una, jajaja!
Este era el relato del que me hablaste cuando publiqué el mío, con la mitad de rosas ;) Muchas gracias por compartirlo, me ha encantado conocerlo ;)
Bienvenida, preciosa, a esta apacible Bloggosfera... donde nos podemos rebullir algo mejor que en otros ciber mundos ;)))
Hola, Mar!
EliminarGracias, maja. Yo también me alegro de estar de vuelta y que hayas venido a verme.;)
Tu visión del relato no está nada mal. Hay que ser positivos y dar algo de alas a la esperanza. Es por eso que tiene un final abierto a muchas posibilidades. A ver si es verdad y Antonio se esmera en su relación. Que nunca es tarde si la dicha es buena, jejejeje.
Sí, este es el relato del que hablé cuando tú publicarte el tuyo. ;)
Y nada, a “rebullirse” se ha dicho, jejejeje. Un besazo, guapa mía, y muchos achuchones a tus grumetillos. Phany es una preciosidad. Un bellezón conejil.:)
Todo un placer disfrutar de tu espacio,me alegra mucho,un abrazo.J.R.
ResponderEliminarGracias, Juan Ramón.
EliminarEncantada de que me visites y disfrutes de mis letras.
Un abrazo.
Bienvenida de nuevo a tu blog. Siempre es un placer leerte. Eres una gran profesional de las letras, de gran ingenio y hablidad para unir las frases de una en una.
ResponderEliminarYo no he escrito mucho, pero he estado coordinando en una página literaria, de la que me fuí. Me cansé de gentes de dobles nicks, así que prefiero relajarme y escribir poco a poco en mi Taller Literario que empieza la semana próxima.
Tu texto hace cómplice al lector de lo que piense la protagonista, cada uno imaginamos una historia diferente. Bienvenida, de nuevo. ¡A escribir! Un abrazo.
Hola, Lola.
EliminarGracias por tu bienvenida.
Lo importante en esto de la escritura es avanzar poquito a poquito y disfrutar de todas las cosas buenas que trae consigo el aprendizaje, que jamás termina. Yo doy gracias por ello. Cada día aprendo algo nuevo y me encanta ponerlo en práctica. Intentar escribir de manera profesional es costoso, son muchas horas frente al teclado, mucha la constancia y la disciplina (hablo en mi caso concreto, claro), pero también son muchas las alegrías cuando vas viendo crecer a tus personajes y a la historia, que apenas eran una pequeña semilla en tu imaginación. Para mí no tiene precio.
Me alegro un montón de que puedas proseguir con el taller literario. Yo acudí más de cinco años y fue una experiencia doblemente enriquecedora. Me aportó conocimientos y un buen puñado de buenos amigos.
¡A escribir! Un abrazo muy fuerte.