En un rincón oscuro, mientras se escuchaba de fondo el episodio semanal de la serie de turno, en el parque, el terraplén de hierba, la cama prestada, el descampado, el Simca 1000, los reservados del Canci, las escaleras del portal, en el ascensor, en el cuarto de baño… encima de la mesa, sobre la lavadora centrifugando…
Pienso en todos los sitios posibles que recuerdo y todavía creo, que alguno se me olvida. ¿Qué quiere, doctor? comencé muy pronto a… ya sabe… a matar.
Copyright: Luisa Fernández
Imágen extraída de Internet.
Chica mala de nuevo, Luisa. :),:),:)
ResponderEliminarCorto y conciso pero rabiosamente bueno. (Como siempre).
Parece otra cosa pero...no.
La mente de un asesino debe ser algo así.
Un abrazo desde mi orilla.
Mos.
Que canalla. Muy bueno.
ResponderEliminarbesazo
Muy bueno tu relato inquietante, resulta muy inquietante, parece que hablase de otra cosa, pero no, menuda mente perversa la del psicópata de tu historia.
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Besos.
Para buenos ya están los angelitos, Mos.
ResponderEliminarYo siempre he dicho que tengo más de diablilla. La ambigüedad da mucho más juego. Y ya sabes como me gusta jugar con ella.
Un beso, compi. Nos vemos esta tarde.
Gracias Pepe.
ResponderEliminarLos hay que tienen una mente perversa y además les gustan los sitios rebuscados.
Un besazo.
Muchas gracias, Mary. Sé bienvenida a mis Tierras.
ResponderEliminarLos micros, en parte, son como las poesías. En pocas líneas puedes contar una historia con mucha sustancia. Lo mejor de ellos es lo que no cuentan, aquello que el lector llega a imaginarse cuando los lee.
Me alegro que te haya gustado.
Besos.
Pues sí que era una asesina sin barreras. A esta, con tal de matar, le daba igual el paisaje.
ResponderEliminarMenudo bicho.
Besos
Sí, Trini. Como emprezó muy joven le dio tiempo a "hacerlo" en muchos sitios. Menos mal que la encerraron, aunque quién sabe... a lo mejor tiene oportunidad de seguir en la consulta de un psiquiatra...
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Corto, pero muy bueno, me ha gustado.
ResponderEliminarBesos
Eres endiabladamente retorcida, ¡yo que me había hecho ilusiones! uy bueno. Con el meneo de la lavadora tiene que ser complicado ¿no? Corto pero preciso. Un beso nos vemos luego.
ResponderEliminarMuy bueno como siempre
ResponderEliminarlo disfrute muchas gracias
amiga por tu relato.
Un fuerte abrazo...
Gracias, Ana.
ResponderEliminarLo breve, si bueno...
Me alegro mucho que te haya hecho pasar un buen rato.
Cuídate y que pases un buen fin de semana.
Besos fuertes.
Bueno, Resu. Tú mejor que nadie me conoces. No suelo hacer relatos de amor, pero tengo alguno que otro muy subiditos de tono, bueno, pornográficos, para qué nos vamos a engañar, sino qué gracia tiene.
ResponderEliminarTe diré que encima de una lavadora el cuchillo se mueve solo. Rasga que para qué. No tienes ni que mover la mano. Bueno, ya daré un cursillo uno de estos días.
Un beso, compi. Nos vemos luego.
Gracias a ti, Jose.
ResponderEliminarQué sería de mis micros si no los leyera nadie...
Yo disfruto mucho escribiendo esta clase de historias pequeñitas, y si encima os gustan, mejor que mejor.
Muchos besos.
joer, el del silencio de los corderos al lado de este es un bebé, me gustó luisa,
ResponderEliminarGracias, Voltios.
ResponderEliminarAnibal fue un discípulo que tuvo este en sus ratos libres. Creo que los dos gustaban de desangrar corderitos mientras los contaban antes de dormirse.
Un beso.
Un micro muy logrado. Una vuelta de tuerca, je , je. Excelente, Luisa. Saludos cordiales.
ResponderEliminarGracias Cuentera.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado esa vuelta de tuerca y hayas pasado un buen rato con este asesino o asesina, que no se sabe, tan "especial" en sus gustos.
Un beso fuerte, Indaluz.