Hola a tod@s.
Hoy os traigo uno de mis Relatos
Perturbadores. Hacía tiempo que no colgaba alguno y no hay que perder las
buenas costumbres.
Sigo enfrascada en un proyecto muy
especial para mí. En cuanto pueda os contaré más cositas al respecto. Ya queda
menos.
Un besazo.
Hogares ambulantes
Ha llovido toda la noche. Colgué el
póster de Robert Pattison en la pared de mi nuevo cuarto. Es más pequeño que el
anterior. Las paredes están recién pintadas, pero debajo de esa capa blanca se
aprecian los desconchones del gotelé. El armario es exacto al de mi abuela; una
antigualla de vetas siniestras que parecen tener ojos. La lámpara es de cristalitos.
Recuerdo que de pequeña me gustaban sus prismas de colores. Ahora no. Los odio.
Las cortinas de flores, que hacen juego con el edredón, son cutres y desprenden
un olor a rancio que no me deja respirar. Aunque procuro no quejarme delante de
mi madre. Bastante tiene con buscar un nuevo empleo. Seguro que no tardará en
llegar con el uniforme de alguna hamburguesería. Ya me ha advertido: «todo
metido en las bolsas. Los libros en las cajas. Cosa que dejes fuera, cosa que
se quedará aquí. No podremos volver». Siempre es lo mismo.
Ella es cirujana. Trabajaba
en un hospital de Madrid. Era muy guapa. Ahora le faltan dientes y le sobran cicatrices
en la cara y en el alma.
Yo tenía amigos, un chico que
me quería, sueños. Una vida.
Hace dos años que huimos de
ciudad en ciudad. Y esta vez, no quiero escuchar a mi madre la puñetera frase «sabe
donde vivimos». No quiero porque meteré la mano debajo de su almohada y cogeré
la pistola. Juro que no me temblará el pulso como a ella. Lo juro.
©
Luisa Ferro
No hace falta describir el horror del maltrato por violencia machista con escenas de sangre y golpes, tu relato es mucho más perturbador, más inquietante y consigues que se me haga un nudo en la garganta.
ResponderEliminarLa descripción de ese cuarto dice mucho sobre esas dos vidas destrozadas por el miedo.
Muchos besos, Luisa.
Hola, Tesa.
EliminarEn efecto. Hay vidas que eran vidas y ahora no son más que un borrón doloroso. Estoy de acuerdo contigo, no es necesario mostrar la sangre ni recrearse en ella cuando la herida palpita por sí misma.
Odio el maltrato en cualquiera de sus formas. Lo odio.
Gracias por tus palabras, amiga.
Un besazo.