6 de julio de 2010

SECRETOS




Tardé mucho en comprender el motivo por el cual mi mejor amigo era tan dado a tener secretos. Nunca hablaba de su familia, ni tampoco nos llevaba a su casa. Siempre era el primero en idear alguna pifia para divertirnos: quemar ratas, pinchar neumáticos, hasta creo que aquello de meterse en las casas a robar fue cosa suya. Pero lo que más me gustaba de él eran sus historias. Era un verdadero cuentista. Nuestra imaginación buceaba por ellas haciéndonos viajar hacia mundos desconocidos y maravillosos de paladines y princesas, dragones y magos. Guerreros. Todo un mundo construido para nosotros, sus oyentes.


Luego, el paso de los años nos separó. Yo acabé el bachillerato a fuerza de tirones de oreja y él cumplió su primera condena en un correccional para menores. Asalto con resultado de muerte accidental.


Fue mucho después, por casualidad, y ya terminando mis prácticas hospitalarias en un centro siquiátrico, cuando supe de él. Su infancia fue un vía crucis de maltrato y violaciones sistemáticas por parte de su padrastro. Su madre había muerto cuando él tenía seis años y su padre biológico rechazó su custodia, dejándolo totalmente desamparado en manos de aquel verdugo que ostentaba el título oficial de padre. Miguel había pasado por tantas instituciones siquiátricas, que ya no quedaba nada del muchacho que yo conocí.



Ahora, mientras le veo en la boca del metro exigiendo dinero a los viandantes para una nueva dosis de heroína con la que apaciguar al extraño que lo habita, oigo el crepitar de su voz como la de un viejo animal herido al que hicieron crecer a fuerza de palos. La escucho impotente desde aquí, desde el lado bueno de la acera.



Copyright: Luisa Fernández


Fotografía extraída de Internet

18 comentarios:

  1. Es una triste historia y más normal de lo que creemos. Poco falta para que los que estamos en este lado pasemos al otro y ese sin retorno al lado bueno.
    Besos

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  2. Hola, Velpister.
    Ojos que no ven corazón que no sienten.
    Hay veces que no hay solución posible porque el daño del alma lo ha destruído todo.

    Un beso.

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  3. Hay un refrán que dice: ni están todos los que son ni son todos los que están.
    La línea divisoria es muy fina. lo peor, creo, es cuando alguien produce ese daño y un ser inocente es destrozado para siempre.

    Un beso muy fuerte, Ana.

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  4. El lado bueno... No podemos tirar de su mano cuando hace tiempo que se alejó de nosotros... Soltarla es fácil , agarrarla para que no se vaya es duro durisimo

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  5. Por eso debemos poner enfasís en lo que le damos a nuestros hijos, amarlos, quererlos y ser justos en todo.
    Lo más doloroso es cuando el joven o la joven son el resultado de un maltrato propiciado por un padre o madre sin educación ni conciencia.
    Muy bueno, felicidades.

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  6. Otro relato-denuncia. La línea divisoria, efectivamente, es muy fina. Muchas veces no nos merecemos lo que tenemos, lo que nos pasa, nuestro destino. Se dan muchos casos como el de Miguel: mera víctima de su mundo, de su infancia y de escoger , tal vez, el camino equivocado. El lado bueno de la acera margina a los marginados y ellos, no pueden o no quieren dejar el otro lado.
    Un abrazo de Mos desde la orilla.
    (Mucho calor, Luisa)

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  7. Muy duro, Dríada.
    Como bien dices, tirar de esa mano a la acera buena es casi una misión imposible. Las drogas y el alcohol son una barrera frente a las enfermedades mentales. Esto es un hecho. Sacar a alguien del infierno es casi un milagro, pero existen casos. Creo que la esperanza debe ser lo último que se pierda.

    Un beso muy fuerte.

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  8. Gracias, Ahuizolt.
    Tú lo has dicho. A los niños hay que intentar darles una educación responsable y un amor infinito. Como decía mi madre: “Con los mismos labios que te regaño, te daré un beso”. Hay que ser justos con ellos. Castigarlos cuando hagan algo malo y nunca dejarles hacer lo que les dé la gana. Dejarles a su bola no es amor. Amor es educarlos.
    En este caso, el protagonista de mi relato no ha tenido la oportunidad de ser quien en realidad le correspondía ser. El padrastro se encargó de así fuera abusando de él.

    Un saludo.

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  9. Hola, Mos.
    Así es. Por desgracia, el lado bueno de la acera es el que todos queremos estar. El ser humano tiende a cerrar los ojos si el problema no le atañe a él directamente, incluso cuando es un familiar. Afrontar algo así es dificilísimo y la parte más cobarde aflora casi siempre.
    Hablar es muy fácil, pero ¿cuántos tenderían una mano?, ¿cuántos cuestionarían esa cobardía?

    Un beso fuerte, compi. No es que haga calor, es que se derrite el asfalto en este Madrid.

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  10. Hola Luisa querida amiga un relato
    un poco triste pero es la pura verdad
    de la vida en muchas personas con grandes
    traumas sufridos y una gran adiccion a las drogas los deja sin luz en la vida.

    Me encanta leerte sigue asi.
    Un fuerte abrazo besos y que
    tengas una feliz semana...

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  11. Hola, Jose.
    Ya sabes que la vida tiene de todo, cosas buenas y malas. Y la realidad casi siempre supera a la ficción.
    Este relato es muy triste, pero es lo que se ve a diario en las calles. Estas son historias de carne y hueso.
    Me alegro que te pares a leer mis escritos.

    Muchos besos, compañero, y que también tú tengas una buena semana.

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  12. Gracias, Pepe.

    Besazo de vuelta.

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  13. Tu especial rincón nos ha atrapado. La cabecera nos ha hipnotizado y la sencilla narrativa nos ha hecho seguir la dura historia que muestras.
    Seguiremos paseando por él.
    Saludos.

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  14. Gracias, Gemelas del Sur.
    Yo también me daré una vuelta por vuestro blog. Ya os diré.

    Un par de saludos.

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  15. Un relato duro, tan real como la propia vida. En los cruces de caminos se quedan muchos sueños truncados y a lo largo de nuestra existencia dejamos en las veredas los fantasmas del pasado, que no siempre es tan lejano.
    Buenas vacaciones y hasta la vuelta.
    Un besazo.

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  16. Pues sí, Luisa, muy duro. Y la imagen de hoy como regalo: ese lado bueno de la acera. Una imagen que nos da una bofetada a los que supuestamente la habitamos.
    Besos

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