Foto: M. Cubillo.
Amanece.
Quisiera creer que el ruido adormecedor del tren es mi pensamiento y la estación que acabo de abandonar, el mundo que dejo atrás. Que todas las respuestas llegarán tras los kilómetros por recorrer. Que el vagón es mi nuevo nido. Una crisálida de acero en la que no pueden entrar para hacerme más daño, y el asiento que ocupo son brazos protectores dispuestos a abrazarme sin preguntas. Que no existe el ayer, y el futuro aguarda mi llegada.
Quisiera creer. Simplemente.
Copyright: Luisa Ferro.
Créelo e intenta que sea así. De momento lo has expresado tan bien que a mí me dejas con la duda de si es realidad o ficción.
ResponderEliminarBesos
Esperanzador micro. Amanece un nuevo día en la existencia de la protagonista, que no es poco. Gracias por visitarme en mi blog, que tenía un poco abandonado. Un abrazo.
ResponderEliminarNo hay mejor metáfora de la vida que el tren.
ResponderEliminarY uno ha vivido tantos trenes... desde los de vapor con primera, segunda y tercera clase de bocadillo y tartera, hasta los aves con cafetería y auriculares donde me adormencen con la peli individualizada. Y advirtiéndome de cada llegada...!!! No dejan ni pensar :-( simplemente...
El hecho de comenzar el relato con un amanecer es buen signo. Si a eso añadimos un viaje en tren, una partida, un ir hacia delante, vemos que es muy posible que la vida anterior del protagonista se difumine como el rastro del humo de esa locomotora al ir en marcha.
ResponderEliminarHay que creer en lo que anhelamos, decía Demóstenes. (Qué recurrente esta cita).
Buen trabajo, buen micro Luisa. Fíjate si será bueno que mi paisana María lo ha confundido con la realidada.
Un abrazo desde mi orilla y ya estoy bien de mi riñón.
Besos.
María, es ficción, naturalmente. Aunque no te diría que hay días que tenga ganas de coger una maleta y marcharme muy, muy lejos, je, je. Amenazo con ello a menudo, pero no me hacen ni caso.
ResponderEliminarNo está de más, no obstante, aplicarse el cuento y vivir como si siempre fuera un nuevo amanecer.
Un beso muy fuerte.
Cuentera, es verdad que es esperanzador. Creo que nos hace falta un poco de esa esperanza para seguir adelante. A mí al menos sí.
ResponderEliminarEncantada de pasar por tu casa y leerte, amiga Idaluz. Siempre que tengas las puertas abiertas iré a tomar café, o té (malvavisco y mora, por ejemplo).
Un beso muy fuerte.
Bienvenido a mis Tierras, Antonio.
ResponderEliminarVeo que te gusta viajar y llevas ya una cierto bagaje en la andadura de la vida. Eso está muy bien. El mío todavía no es mucho, pero pretendo seguir llenando maletas y conocer muchas estaciones.
Gracias por tu visita.
Un saludo.
Ay, qué listo era Demóstenes, Mos.
ResponderEliminarSi no fuera por lo que una cree… No sabía Demóstenes el desgaste que supone creer, cuando no hay nada físico que apoye esas teorías. Creer en nuestros anhelos es un acto de fe, hoy por hoy. Aún así soy creyente, compi. Siempre lo he sido y no voy a fallar ahora. Hay que tener sueños y (…) para atraparlos, je, je, je.
Me alegro que estés ya buenecito. La salud es el mejor de los tesoros.
Un requetebeso, guapo.
Cada amanecer renueva nuestras ansías por creer. Ansías que van muriendo hacia la tarde...
ResponderEliminarBesos y amaneceres, Luisa
Cierto, Trini.
ResponderEliminarCada día es una lucha por creer. Un cuaderno en blanco donde anotar esos sueños que se desvanecen al caer la noche. Pero alguno habrá que no desaparezca. Tendremos que agarrarnos a eso con cada amanecer.
Un beso muy fuerte.
Hola, Luisa:
ResponderEliminarEres la "metaforera" más cañera :)
Me gusta mucho como has transmitido ese sentimiento de renovación, de cambio y de esperanza en él a través del viaje de la vida: el tren...
Un besazo, guapa.
Gracias, Mar. Me alegro que te haya gustado. Hay que darle caña a la metáfora y a la vida, je, je. El cambio es algo a lo que no podemos negarnos cuando hemos perdido alguna batalla y el regreso se hace insoportable.
ResponderEliminarA veces es necesario tomar distancia y meditar una nueva estrategia a seguir. ¿Quién dijo perdedora?
Un beso muy fuerte, guapetona.
Cuando leo algo que no sea claramente un tratado de Historia no me interesa lo más mínimo saber si es realidad o ficción. Dejemos que cada lector saque sus conclusiones.
ResponderEliminarBuen viaje, Luisa!
Tampoco yo me lo planteo, Antonio. Tal como dices, si no es algo basado en una historia real o una novela o relato histórico dejo volar mi imaginación.
ResponderEliminarEste es un viaje que todos podemos emprender en un momento dado.
Gracias por tus palabras.
Un saludo.
Pero...mientras el traqueteo te mece, te das un respiro en tu acelerada vida.
ResponderEliminarDe vez en cuando hay que dejarse adormecer y sólo disfrutar; que el futuro legue a su debido tiempo.
Precioso tu micro.
Beso grande.
Gracias, Resu.
ResponderEliminarCréeme, no estaría nada mal dejarse llevar… más con este condenado calor que hace en Madrid y sólo es el principio… ¡Vaya tela!
A lo mejor me voy de peregrina…
Un besazo, compi. Ya me dirás cuándo tomamos ese cafecito mañanero que tanto echo de menos. ¡Vacaciones, ya!
Hola Luisa
ResponderEliminarNo te conocía esta faceta de escritora de prosa poética. Yo de eso nada de nada, aunque mi hermana si escribe cosas de esta clase de vez en cuando.
Los trenes, no sé por qué, son el medio de transporte que despierta más emociones. Después, a corta distancia, yo pondría a los barcos. Quizá sea porque cuando despides a alguien que se va en tren puedes verlo partir.
Un saludo.
Juan.
Qué preciosidad! Poesía dulce con traje de forja e hierros de tren... Escapar, escapar. Eso es lo que necesitamos todos de vez en cuando y protegernos de la cruel realidad que nos devora.
ResponderEliminarMe ha encantado. Felicidades y besos
Juan, yo soy todo terreno. Escribo lo que me echen, hasta poesía. Pero quien me conoce bien sabe que siento especial predilección por el género fantástico en cualquiera de sus géneros. Es donde lo doy todo. O eso creo yo, aunque algunos compañeros les gusten más mis poesías o escritos más convencionales. Hay para todos los gustos.
ResponderEliminarLos trenes son la metáfora más acertada para plasmar un viaje, ya sea al centro del alma o a algún lugar físico o mágico. Los barcos también, pero como suelo marearme hasta en una simple barca del Retiro, no suelo escribir sobre ellos. Creo que es algo inconsciente.
Un saludo.
Así es, Marga. Necesitamos escapar cuando algo nos agobia y no vemos salida. La realidad, a veces, es la peor de las cárceles.
ResponderEliminarMantengamos la esperanza. Por algo dicen que es la última en abandonar el barco cuando zozobra.
Gracias por tus palabras, tú sí que eres poesía bella, hermanita.
Un beso muy fuerte.