30 de mayo de 2010

TRANSEÚNTES DEL OLVIDO



GROENLANDIA presenta un nuevo poemario TRANSEÚNTES DEL OLVIDO de Peter Jensen VELPISTER, cuya portada he tenido el honor de ilustrar.



Prólogo: Vicente Muñoz Álvarez

Epílogo: Sex Rabanal

Directora: Ana Patricia Moya Rodríguez

Diseño: Luisa Fernández (portada y contraportada); Velpister (ilustraciones del interior); Ana Patricia Moya.


“Un libro impactante y durísimo, tremendo y demoledor, que no olvidaréis fácilmente. Poesía autobiográfica y narrativa, o realista y crítica, son los primeros adjetivos que me vienen a la cabeza tras su lectura. Pero también, inmediatamente después, traumática, visceral y catártica, en cuanto que parte de un trauma o experiencia amarga (escatológica incluso) y pretende, mediante su exteriorización, reconciliar al poeta (y de rebote también al lector) con el entorno y el mundo” (Vicente Muñoz Álvarez)


“Este primer poemario de Peter es eso: una crónica de una deriva en la que, aun sin pretenderlo, y muchas veces alejándose de los vientos, la resaca le ha llevado a él mismo, pese a esa prepotencia de los que dicen tener razón y sus acólitos adocenados, los que trazan un estilo de vida que intenta capar al que busca tener una voz propia, / lo que más añoro es un simple abrazo / ser él mismo, luchando contra la sensación del fracaso que recorre la vida de un artista...” (Alfonso Xen Rabanal)

Este es el enlace para que podáis descargároslo.

http://www.scribd.com/doc/32211506/TRANSEUNTES-DEL-OLVIDO-por-Velpister

Estos son los blogs de VELPISTER, para que podáis echar un vistazo a sus obras, pues además de escritor, es también músico y artista plástico:

http://velpister.blogspot.com
http://velpisterpinturas.blogspot.com
http://www.youtube.com/velpister

27 de mayo de 2010

¿DÓNDE?




En un rincón oscuro, mientras se escuchaba de fondo el episodio semanal de la serie de turno, en el parque, el terraplén de hierba, la cama prestada, el descampado, el Simca 1000, los reservados del Canci, las escaleras del portal, en el ascensor, en el cuarto de baño… encima de la mesa, sobre la lavadora centrifugando…


Pienso en todos los sitios posibles que recuerdo y todavía creo, que alguno se me olvida. ¿Qué quiere, doctor? comencé muy pronto a… ya sabe… a matar.



Copyright: Luisa Fernández

Imágen extraída de Internet.

24 de mayo de 2010

TRIPLE PRESENTACIÓN



El sábado 22 de mayo comenzó la XXV Feria del Libro en Fuenlabrada. Este año el tema elegido para las actividades programadas es el humor. Y con muy buen talante me acerqué hasta allí, ayer domingo, a la presentación de los libros de tres amigos y compañeros de andaduras, que se han decido a dar el salto en esto de la publicación. Los tres pertenecen a la Asociación La Buena Letra, un grupo con una larga trayectoria. Llevan doce años en el difícil panorama de las letras en Fuenlabrada, con pocos recursos, mucho trabajo y dedicación. Yo tuve la suerte de pertenecer a sus filas unos años. Luego, mi camino me llevo por otros laberintos, pero sigo manteniendo con ellos una buena relación y hay mucho cariño de por medio.





La presentación se llevó a cabo en el Salón de Actos del Ayuntamiento y estuvo al cargo del escritor Javier Saceda, que nos guió por las vidas y obras de estos tres jóvenes escritores.







Mª Ángeles López La duda de las sombra.


Una retrospectiva de la vida literaria de esta escritora, que comienza con los quince años y prosigue hasta nuestros días. Poesía y cuento llenos de humor y sentimiento.





Raúl López As-alto.
Alejandrinos, sonetos… Rima, pero de la buena; actual, con garra.






Daniel Atienza Después de la lluvia. Cuentos y relatos. Una perspectiva actual, fresca, humana, donde nadie puede quedar indiferente a su visión.





Si queréis acercaros a sus obras os he dejado los enlaces de Bubok. Pinchad en los títulos.

19 de mayo de 2010

EL BURRO DEL TÍO FLORO

A la memoria de Rafael Cabañas San Antonio, uno de los hombres más buenos y honrados con el que tuve la suerte de toparme. Que allá donde esté le reciban como se merece.




Nada como Madrid. Miles de almas cobijadas bajo el mismo techo de estrellas. Un techo al que llaman cielo. El cielo de Madrid. Aquel que se derrama sobre sus edificios históricos y sus barrios más castizos.


Embajadores despierta a un nuevo día en una atmósfera de pavesa, y despunta en los aleros de escarcha diamantina. Su aroma es el que desgrama la leña y el carbón de coz y su sonido el vocerío de los patios y las largas colas al retrete comunitario. Un aderezo de chiquillos repeinados y mocos colgando, de mujeres baldeando ropa en los lavaderos y la copla que acompaña a la cocinera de la taberna de la esquina. La taberna. Centro neurálgico del barrio. Corazón que late a ritmo de sus habitantes y que junto con el único aparato de radio de la manzana, reúnen a los parroquianos en su núcleo.


Don Pascual y doña Concha, son los que regentan el bar. Ella es la patrona con más arte culinario de la zona. Ya de madrugada, cuando todavía los gorriones no han comenzado con su algarabía y las telarañas de la neblina no se han despegado de los balcones cenicientos, ella irrumpe como el tranvía que recorre la calle Delicias: con sombrero de flores y la cesta cargada de pescados y verduras. Su especialidad; la sangre encebollada, y digo sangre sin especificar si es de cerdo o de cordero, por que le da igual. La prepara con finas y transparentes tajadas de cebolla y un poco de tomate. Fetén, que diría cualquier gato. Y es que, no nos olvidemos que estamos hablando del año cuarenta y seis. En el qué hasta las castañas asadas; saben a jamón de jabugo lentamente horneadas en picón de encina. La señora Concha llena los ojos a los parroquianos con sus raciones de oreja, de callos y pajaritos fritos, todas en hilera sobre un mostrador inmaculado. Pascual, sirve los chatos de vino y te pone una tapa de lo que más rabia le dé en ese momento. Pero lo qué más pide la gente, es la sangre con cebolla. El encargado de traerla es Rafael, el muchacho del quinto exterior izquierda, del cual echan mano tres veces en semana para ayudarles. Él va al matadero; lunes, miércoles y viernes. No queda lejos, en Legazpi. Lleva de cada mano unas latas de pintura vacías y bien lavadas, a la que ha colocado unas cuerdas para poderlas asir. Cuando llega del tranvía con los cubos llenos, los parroquianos siempre le vocean la misma cantinela: ¿Qué, ya vienes del matadero con la sangre del burro del tío Floro, al que arrolló el tren? Y se ríen a conciencia. Rafael les mira y cabecea, luego les contesta: Sí, ya me la han puesto toda, sin dejar ni una gota. Esos días hacen cola en la barra del bar, por que saben que una vez que Concha termine de cocinarla, se acabará en menos que tarda un cura en echar la bendición.


No siempre hay sangre en el matadero. A veces Rafael llega con las manos vacías. Hubo un mes, en el que no consiguió traerla ni un solo día y los vecinos se impacientaban ante tanta mala suerte. Don Román, uno de los traperos más opulentos de la zona, le dijo con los ojillos entrecerrados: ¡Cómo hoy no traigas sangre, ya veremos lo que te hago…! A él le temblaron las rodillas sólo de pensarlo.


Cuando llegó del degolladero no hizo falta preguntarle si la había conseguido. Bastaba con mirar el sudor de su frente y el andar dificultoso, para saber que venía bien cargado. No tardaron en lanzarle aquello de: ¿Ya vienes con la sangre del burro del tío Floro, al que arrolló el tren? Él cabeceó con una sonrisa y no contestó.


Más tarde, mientras discernía los rostros de satisfacción de los clientes al degustar tan ansiado manjar, acudían a su mente las palabras del matarife cuando horas antes estuvo en el matadero: No tenemos sangre, se la ha llevado toda uno de la Plaza de la Cebada, cómo no quieras la del burro que nos acaban de traer para sacrificarlo… y ante la visión del asno, completamente enflaquecido y sarnoso, Rafael dijo: Pórgamela toda, sin dejar ni una gota.



Copyright: Luisa Fernández

Foto extraída de Internet

13 de mayo de 2010

INSPIRACIÓN TERMINAL



Por fin, después de treinta noches de permanecer en vela, el poeta concluyó su única y gran obra. Fueron aquellas unas noches terribles, en las que consumió veintidós botellas de vino, doce de coñac y diez de aguardiente para llamar a las Musas. No dejó que su asistenta, una mujer oronda de incipiente bigote, entrara en su estudio para limpiar, hasta que no dio por terminado el poemario. Cuando por fin lo hizo, la pobre mujer no dio abasto a recoger cascos vacíos y una infinidad de cuerpecillos esparcidos por el suelo con un grave coma etílico.




Copyright: Luisa Fernández


Foto extraída de Internet

8 de mayo de 2010

NADA QUE PERDER




Estanislao Prieto Prieta era un escritor que lo había perdido todo en la vida: primero la inspiración, su trabajo, su mujer, su casa, su coche y su autoestima. Tan sólo le quedaba una pequeña maleta de cuero en la que llevaba todas sus pertenencias: el único libro de cuentos que había publicado hacía tres años y su máquina de escribir, una Olivetti 98.

Ahora dormía en la calle y acudía a los comedores sociales. Fue allí donde trabó amistad con Baalberith, un tipo al que contaba todos sus anhelos, sus ansias por volver a escribir y recuperar su inspiración. Se hicieron inseparables.

Después de varios meses de escuchar sus problemas, le dijo que conocía a alguien que podría ayudarle a encontrar de nuevo la inspiración perdida, pero que era un tanto raro y siniestro.


Estanislao no hizo preguntas. Qué más tendría que perder.

Fue entonces cuando se lo presentó.

—Aquí Mefistófeles, un amigo.


Aquel tipo le proporcionó un escaño en el congreso (no especificó partido político).



Copyright: Luisa Fernández


Foto extraída de Internet

5 de mayo de 2010

¡FELICIDADES GROENLANDIA!


La revista Groenlandia ha cumplido dos años. Quiero felicitar desde aquí a todo el equipo que la hace posible y en especial a Ana Patricia Moya, la cual tuve el gusto de conocer en EL DESTROYER. Todos mis buenos deseos para esta publicación trimestral. Que cumpla muchos más y yo que lo lea.


Y como no podía ser de otro modo, aquí va mi particular manera de celebrarlo. Un relato que me publicaron en el suplemento de la revista nº 5.



SERVICIO DE COMPAÑÍA S.A.




Cuando llegué a casa de madame Crusoe llevaba el corazón en la boca. Estaba nervioso. Reconocí la conmoción que produjo la sola visión de la anciana. Ya de entrada, aprecié en ella la buena disposición a aceptar cualquier cambio en su agenda del día.


Soy Ambrosius, madame, para servirla le dije, aguantándome las ganas de estornudar que me producía el olor a naftalina que despedía aquella casa.


Ella lanzó un gritito ilusionado y cabeceó al compás de unos cascabeles inexistentes. Me invitó a entrar y, nada más cerrar la puerta, adoptó un aire de vampiresa octogenaria; dejando caer a sus pies una bata de seda y marabú que hacía escasos segundos lucía sobre los hombros. Luego, miró por encima de sus gafas de avispa con ojos seductores y parpadeó totalmente segura de sus encantos. Se detuvo en mi anatomía y me escrutó como un artículo en rebajas.


Bonitos pantalones me indicó, tocando con su dedo huesudo el pespunte de mi bragueta y realizando un sondeo concienzudo a mi trasero. Después, me preguntó: ¿Eres el sustituto de Peláez?


Yo asentí.


Me manda la agencia, él no ha podido venir; tenía un compromiso ineludible con… otra dama le informé, intentando guardar la compostura ante la visión de sus pechugas asomando al escote de su picardías fucsia. He traído lo acordado señalé la maleta, ya sabe; los billetes y mi equipaje.


Pareció no escucharme. Se fue dando pasos de ballet hasta un antiguo gramófono que reposaba en una cómoda. Lo puso en marcha tarareando. Al instante, los acordes de Por una cabeza, de Carlos Gardel, inundaron la sala. Ella cogió un clavel de plástico de uno de los floreros y lo sujetó con los dientes por el tallo. Se cimbreó con donaire y me invitó a bailar. Por unos momentos temí que se descoyuntara, pero no; estaba más fresca que una lechuga.


¿Te gustan los tangos, Ambrosius? aleteó con labios de amapola.


No le respondí, me limité a seguir el ritmo con pies de plomo; intentando no pisarle los pies.


¡Verás lo bien que lo pasaremos en París, ma cherrie! exclamó con voz cantarina. El hotel Lafayette tiene mucho encanto para los enamorados y qué decir de la Opera Garnier; todo un lujo.


Hizo un volatín con una de sus piernas y la encaramó alrededor de mi cuerpo a modo de serpiente sibilina. Arqueó su espalda con ímpetu (creo que luego disimuló su dolor con un rictus dramático de diva), al tiempo que no dejaba de repetirme: «bomba, lo pasaremos bomba”. Yo hasta entonces había intentado armarme de valor. Peláez había sido minucioso a la hora de darme los detalles de sus encuentros con madame Crusoe. «Es un tanto excéntrica», me dijo, «yo me limito a seguirle la corriente. Es solo cuestión de mentalizarse. Cuando acabes te pegas una ducha, y listo». Pero yo no me veía en el papel. Había algo en aquella anciana que me repelía, imaginé que sería el abultado lunar con pelos que tenía en la barbilla. Era acercarme a ella y parecía cobrar vida ante mis ojos. De repente, noté su mano en mi entrepierna. Fue como si me hubiese pillado los testículos con un cepo. «Estás bien armado, ladrón», susurró, «Tómame Ambrosius, soy toda tuya…» A esas alturas el gramófono desgranaba los últimos acordes del tango y producía un sonido arañado. Ella caminaba de espaldas hacia su cuarto quitándose los tirantes de la combinación con gestos calibrados (o eso creía ella, a mí me daba una grima…) y se detuvo entre las jambas de la puerta con una mano en cada cerco. Desde allí me llamó en tono cantarín. «Anbrooosiuuus…» «Anbrooosiuuus…» Yo agarré la maleta y fui a su encuentro, qué remedio.


Una vez en su habitación, y con madame Crusoe tendida sobre la cama, cual pastelillo en anaquel de escaparate, saqué las esposas, la mordaza, el látigo y el verdugo de cuero tachonado. Mientras me ponía todo aquello, ella me sacaba la lengua como una viborita paladeando un rastro de feromonas. Tiró de mis pantalones, pillándome desprevenido. El velcro cedió y salió de una pieza. «Chico malo, Ambrosius, chico malo, malísimo…», susurró con lascivia en mi oreja. Y ya no pude soportarlo más. Saqué el arma de la maleta y le pegué un tiro entre las cejas.


Escuché maullar en el quicio de la puerta. Era un siamés tan viejo como su dueña. De un salto se encaramó sobre el cadáver de madame Crusoe y lamió la sangre que manaba del agujero de su frente. Era Atila, le reconocí de una foto que Peláez tenía en la maleta. Le agarré por debajo del lomo y lo llevé a la cocina. Le serví un cuenco de leche. Aquello lo consideré un gesto de última y postrera voluntad hacia Peláez que dijo tenerle mucho cariño al bicho. Como si él, antes de «suicidarse», me hubiese hecho heredero de todos sus secretos contenidos en aquella maleta.


Lo único que me restaba por hacer era desvalijar la caja fuerte y tomar el tren hasta Paris con los billetes que él mismo recogió por la mañana.




Copyright:Luisa Fernández


1 de mayo de 2010

CLASE DE «CONO»




Dana observaba con curiosidad la imagen borrosa que proyectaba la lente. El profesor Niliun programó las órdenes en el teclado y al segundo, la imagen se volvió nítida en el gran telescopio.

—Niños, este planeta que estamos viendo es la Tierra, también llamado Planeta Azul. Su atmósfera está compuesta principalmente por oxígeno. Sus tres cuartas partes son agua ¿Alguno de vosotros sabe qué significa esto?

Dana se giró hacia la pantalla de agua y tocó su superficie levemente. Sonó un pitido.

«Respuesta desde Óxiron, cuadrante K-12, profesor Niliun» informó la imagen holográfica, mientras el maestro se servía un café de la máquina expendedora. Miró la pantalla correspondiente a esos datos.

¿Sí, Dana?

Que su atmósfera es compatible con la vida.

Muy bien le respondió—. No sólo es compatible con la vida, sino que alberga más de un millón de especies distintas. Sus diferentes ecosistemas permiten la supervivencia de animales, plantas y microorganismos.

Dana volvió a tocar la pantalla.

¿Hay vida inteligente? preguntó con curiosidad.

Sí… se podría decir que sí. En los estudios realizados al respecto, han llegado a la conclusión de que los seres humanos, como se llaman a sí mismos, son inteligentes. Han conseguido, a través de los siglos, ser capaces de sobrevivir a un medio hostil utilizando el razonamiento. Perduraron a los dinosaurios, a las glaciaciones y a todo tipo de catástrofes naturales. Ya en nuestros primeros estudios, el hombre primitivo aprendió a servirse de útiles de piedra para dar muerte a los animales y alimentarse. Descubrieron el fuego y cómo utilizarlo en su beneficio. Vivian en grupo. Está demostrado que se organizaban para la caza y se comunicaban no sólo gestualmente, sino usando el lenguaje oral. La vida del ser humano ha sido un largo recorrido hasta nuestros días, en los que han aprendido a cooperar los unos con los otros.

La niña sonrió. Dio un nuevo toque.

Entonces, son bastante parecidos a nosotros ¿No es así?

Sí, en cierto modo. Se toman muy en serio la vida humana. Para ellos tiene un valor fundamental, no dudan en recurrir a la razón para protegerla. Por y para la vida, el hombre esgrime cualquier ley.

Otro pitido interrumpió el discurso del maestro.

Entonces, el ser humano es excepcional ¿Cómo es que no hemos estudiado este planeta hasta sexto curso? ¿Por qué no hacemos viajes a la Tierra y compartimos con ellos nuestra cultura?

El profesor carraspeó.

Bueno… Nosotros también damos un gran valor a la vida, pero ellos no dudarían en extinguir a otra especie para su supervivencia. No vacilaría en aniquilar a otro pueblo. No les temblaría la mano al arrasar los bosques y los mares hasta agotar todos los recursos de los que dispone su planeta. Verás, Dana, es complicado explicarte esta cuestión. Nuestra especie ha sobrevivido, al igual que el hombre, a todo tipo de catástrofes naturales. También perduramos a los dinosaurios y nos organizamos para la caza. Tardamos más que ellos en utilizar el lenguaje oral, pero terminamos haciéndolo. Nuestra trayectoria ha sido muy parecida, pero hay muchas diferencias entre nosotros. Ellos utilizan el miedo para alcanzar sus objetivos. No dudan en hacer uso de ese instinto de supervivencia para atemorizar a sus semejantes y salirse con la suya. Lo convierten en terror. Ponen bombas, asesinan, hieren y coaccionan. Unos pocos, quieren manipular a la gran mayoría. Una sociedad aterrorizada, es más manejable. Si viven con miedo la libertad no existe y sin ella no hay justicia y sin igualdad… Vamos; que sus vidas son una paradoja, un circulo vicioso.

Se hizo el silencio por espacio de varios minutos. Dana, volvió a tocar la pantalla de agua.

Profesor Niliun, no lo entiendo afirmó con gesto ceñudo—. Por más que lo intento, no logro comprender el concepto de la palabra «terror».

Y así debe ser. Hizo una pausa y cambió la imagen del telescopio a otro planeta del Sistema Solar Ahora nos detendremos en el planeta Júpiter.




Copyright: Luisa Fernández

Foto: extraída de Internet.